Elogios keynesianos del FMI a Trump
Este viernes el mediático Donald Trump asumirá la presidencia de los Estados Unidos. Los mercados y el FMI se mostraron optimistas: ¿qué le ven al peronista norteamericano?
Llegué a Washington el viernes pasado. El vuelo se demoró dos horas en salir de Buenos Aires. Al principio, nos dijeron que había un problema con el “motor número 2”. Minutos más tarde, nos informaron a todos los pasajeros que el inconveniente en el “acelerador” estaba en vías de solución. Finalmente, nos comunicaron que el “generador” estaba arreglado y que solo faltaba terminar de completar un papeleo y luego partir.
Como comprenderán, nunca entendí qué estaba mal con el avión, pero digamos que no fueron horas muy placenteras…
Como sea, llegué sano y salvo a la capital política de los Estados Unidos.
Mi destino final, sin embargo, es Baltimore, hogar de 600.000 habitantes y de una de las empresas de publicaciones financieras más grandes del mundo, Agora Inc.
Agora organizó este año una conferencia con sus principales socios internacionales, entre los cuales está Inversor Global. Así que me tocó venir en su representación para analizar los temas más relevantes de la economía internacional y participar de una sesión privada con el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan.
Antes de mi llegada a Baltimore, aproveché para recorrer Washington.
D.C. es una de las ciudades más ricas del mundo, con 75.000 dólares de ingreso per cápita. Además, está llena de autos de gran tamaño y, por supuesto, de burócratas y lobistas. El tamaño del Capitolio (el Congreso de ellos), es un buen proxy de la cantidad de burocracia que puebla la ciudad. Ambos son enormes.
Por estos días, la ciudad espera con ansias la ceremonia de asunción de Trump y en cada esquina pueden verse puestos de “merchandising” ofreciendo gorras rojas con la leyenda “Make America Great Again”.
Vidriera del famoso “White House Gift Shop”, frente al Departamento del Tesoro.
La pregunta es: ¿podrá Trump hacer grande a los Estados Unidos?
Creo que ya estamos grandes para creer en los reyes magos. Y es difícil pensar que una sola persona puede definir el futuro de un país. Nosotros creemos en las instituciones y la capacidad de la gente de crear riqueza en el mercado libre, no en los grandes planes de los políticos.
Pero Trump es encima peor que eso. Propone gastar dinero público en construir un gigantesco muro (que no va a cobrárselo a México, como dice); imponer barreras aduaneras para frenar las importaciones, echar a inmigrantes “ilegales” y aumentar el déficit público.
¿Por qué aquello que jamás funcionó en ningún lado será una buena idea para los Estados Unidos?
No lo sabemos. Sin embargo, quien sí parece saberlo es el FMI.
Recientemente se conocieron las últimas estimaciones de crecimiento que el organismo ve para Estados Unidos. Éstas fueron revisadas al alza y ahora esperan que en 2017 crezcan 2,1% y en 2018, 2,5%. De acuerdo con el organismo internacional, las políticas de “estímulo fiscal” de Trump están detrás de este mayor crecimiento que tendrá la economía estadounidense.
El FMI confirma con estas declaraciones su profundo compromiso con las ideas keynesianas, que asumen que los déficits fiscales son siempre positivos, porque incrementan la “demanda agregada”. Sin embargo, esto no es así: es que si el déficit aumenta alguien tiene que financiarlo. Si lo hacen los ahorristas locales prestándole dinero al gobierno, entonces ellos gastarán menos dinero mientras que el gobierno gastará más. Si lo hacen los ahorristas del exterior, entonces el dólar se aprecia y caen las exportaciones. No hay ningún efecto expansivo…
Además, los argentinos sabemos lo que significan los agujeros fiscales. La hiperinflación, el corralito, y el cepo cambiario fueron todas situaciones hijas del exceso de gasto público, que genera crisis inflacionarias, cambiarias o crisis de deuda. Si quedan dudas, también podemos ir a preguntar en Grecia y España sobre los “positivos” efectos del despilfarro fiscal sobre la actividad económica.
Tal vez el FMI reconozca estos problemas, pero considere que la baja de impuestos propuesta por Trump sea suficientemente importante como para contrarrestar los efectos negativos del déficit y la deuda. Bajar impuestos no solo incrementa la demanda, sino también la productividad de la economía, por lo que sí es netamente positiva para el crecimiento.
Tal vez eso sea también lo que estén pensando los mercados. Después de todo, luego del triunfo de Trump en las elecciones, las principales bolsas de Estados Unidos mostraron fuertes ganancias.
¿Pero qué pasa si la tan ansiada rebaja tributaria no llega a materializarse? A fin de cuentas, el gobierno de Estados Unidos tiene una deuda pública del 100% del PBI. Es decir, no está en condiciones de seguir aumentándola y no es probable que un congreso con mayoría republicana avale propuestas que incrementen aún más la carga de la deuda.
O sea que a menos que Trump esté dispuesto a reducir fuertemente el gasto público (cosa que en defensa e infraestructura no está dispuesto a hacer, sino todo lo contrario), no habrá ninguna reducción importante de la carga tributaria y, por tanto, ningún estímulo genuino al crecimiento.
Todavía queda mucho por ver. Pero por ahora, lo que podemos decir es que las leyes de la economía son universales .Y por más que no sepamos cuándo ocurrirán las consecuencias negativas de los excesos políticos, ni siquiera Trump es inmune a ellas.
Publicado originalmente en El liberal, de Inversor Global.