Cómo el proteccionismo perjudica a los más pobres

Iván Carrino / Martes 29 de noviembre de 2016 / 4 Comentarios

Además de la muerte de Fidel Castro, dictador comunista que condujo los destinos de Cuba por casi 60 años, el fin de semana pasado se festejó en muchos países del mundo el “Black Friday” o “Viernes Negro”.

El Viernes Negro es una celebración originaria de los Estados Unidos, que sigue al día de acción de gracias, y que se considera como el primer día de la temporada de compras de navidad. Para festejar y estimular sus ventas, los vendedores ofrecen fuertes descuentos y promociones varias.

Como muchas tradiciones norteamericanas, este viernes de compras se ha extendido a otras partes del mundo, y Sudamérica no es la excepción. Argentina, y también Chile, tienen su propia celebración, con descuentos en shoppings y supermercados.

Ahora el dato que llamó la atención este fin de semana fue la importante cantidad de argentinos que cruzaron la frontera con el país vecino en busca de buenas oportunidades para sus compras de navidad.

Según Jorgelina do Rosario, del diario Infobae, ceca de 30.000 argentinos cruzaron la frontera para adquirir, principalmente, productos electrónicos e indumentaria.

El fenómeno no es nuevo. Durante el fin de semana largo del 15 de octubre, la cola en la frontera argentino-chilena llegó a los 15 kilómetros, y en agosto se estimaba que 1,5 millones de argentinos habían cruzado la cordillera para hacer shopping en el país vecino.

El motivo principal del éxodo de argentinos a Chile es que allí los precios son significativamente más baratos que en nuestro país. Según un informe publicado en la pantalla de Canal 13, una notebook puede conseguirse en Chile 49 % más barata que en Argentina, mientras que en indumentaria los descuentos llegan a superar el 60 %.

Lo que reflejan estos datos son las consecuencias del proteccionismo sobre los consumidores nacionales. Gracias a las barreras arancelarias y las “licencias no automáticas de importación”, los productos argentinos se venden el mercado local con poca competencia, por lo que los precios son mucho más altos que en otros países.

En este contexto, es lógico que los que pueden hacerlo viajen al país vecino para ahorrar en sus compras.

Sin embargo, esto refleja la cara más oscura del proteccionismo comercial: el efecto contra los más pobres de la sociedad.

Al imponer aranceles a la importación con el objetivo de proteger a los productores locales, los precios son más altos de lo que podrían ser.

Debemos aclarar que estos precios no se explican por los costos de producción, como la logística o los impuestos. En realidad, el proceso es inverso. Dado que las trabas generan menor nivel de competencia, los precios suben y se pueden pagar costos más altos. La relación es del precio al costo, no del costo al precio.

Con precios más altos, quienes tienen dinero para hacer un viaje lo “invertirán” en cruzar la cordillera y adquirir productos más baratos.

Pero esto deja como resultado que los principales perjudicados del proteccionismo son los que menos ingresos tienen. Aquellos que en Argentina no cuentan con el dinero suficiente para viajar al extranjero permanecen presos de los productores locales. Así, deben pagar entre 2 y 5 veces más por la indumentaria y la electrónica que quisieran consumir. Un ataque fulminante contra el poder de compra de sus ingresos.

Los gobiernos suelen imponer barreras proteccionistas para defender “el trabajo nacional”, con la esperanza de que ese trabajo redunde en un beneficio para los que menos tienen. Sin embargo, los resultados de esas políticas son exactamente inversos. Al condenarlos a pagar más por los productos que consumen, empeoran su situación económica y les impiden salir de la pobreza.

La pobreza se supera cuando los ingresos crecen en términos reales. Y tanto la teoría económica como la evidencia empírica demuestran que la apertura al comercio es una forma efectiva para conseguirlo.

Frente a esta realidad, el gobierno nacional debería reflexionar y abandonar viejas recetas. Seguir reduciendo aranceles y trabas para importar (como lo hicieron con las notebooks) es el camino a seguir. Esperemos que sigan abriendo fronteras, más allá de lo que digan los abogados del ultra-intervencionismo.

Publicado originalmente en PanamPost.

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Comentarios

  1. Martín

    Lunes 12 de diciembre de 2016 a las 1:25 pm

    Hola Iván. Acerca de la reducción de aranceles para importar. Hace poco vi una nota de los directivos de Banghó y decían que las empresas pueden quebrar. Tienen equipos que cuestan 2 millones de dólares. Qué pasa con estas empresas que dicen que no pueden competir contra los importados?

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    • Iván Carrino

      Lunes 12 de diciembre de 2016 a las 2:30 pm

      Hola Martín,

      Claramente a todos nos parece una cifra importante esos USD 2 millones, pero somos una economía de USD 500 mil millones… A lo que voy es, que llegado el caso de que alguna empresa pudiera quebrar producto del libre comercio, cosa que debería suceder si las que fabrican localmente son peores que la competencia, los costos de esos quebrantos estarán más que compensados por los beneficios de la libertad. Pensá que los consumidores, con una economía abierta podrían pagar hasta 80% menos las cosas que consumen, es un ahorro impresionante que se vuelca a nuevos consumos, o a financiar nueva producción.

      Obviamente que una de las causas de la poca capacidad de competir son los impuestos altos y las imposibles regulaciones, todo lo cual es necesario cambiar; por lo cual defiendo hacer una apertura completa y una reforma tributaria y regulatoria que genere más competitividad.

      Saludos!

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  2. Mario Collado

    Martes 13 de diciembre de 2016 a las 10:00 am

    Ivan: concuerdo contigo, pero también la diferencia de precios también se explica por la devaluación que ha experimentado la moneda chilena respecto del dólar, en tanto que la moneda argentina, que ya viene sobrevaluada respecto de las divisas más importantes del planeta desde por lo menos el año 2008, no ha sufrido una devaluación a la par de la chilena. No sé a cuanto estaría hoy el cambio de paridad, pero estimo que para que la economía argentina fuera competitiva a nivel internacional, amén de todas las modificaciones profundas que hay que hacer en materia fiscal, tributaria, de legislación laboral y en cuanto a crear un buen clima de negocios y un mercado de capitales, la paridad del dólar con el peso no debiera ser inferior a $ 24/25.

    Saludos.

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    • Iván Carrino

      Martes 13 de diciembre de 2016 a las 12:10 pm

      Hola Mario,

      Efectivamente estuve mirando los números del tipo de cambio real bilateral y la moneda argentina se ha apreciado cerca de 65% desde fines de 2013 hasta hoy contra el peso chileno.

      No creo que haya que llevar el dólar a 25$, pero sí es claro que este tipo de cambio dota a los consumidores nacionales de mayor poder de compra internacional en el corto plazo. Creo que la reforma pasa por hacer las tareas “de fondo”, más que mirar solo el tipo de cambio. Con menos inflación y menos endeudamiento que mantiene bajo el dólar las cosas serían distintas.

      Abrazo!

      Responder
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