Mises vs. Keynes

Iván Carrino / Viernes 7 de noviembre de 2014 / Dejá un Comentario

Es muy conocido el rap que enfrenta la visión sobre la crisis del ’30 (y la de 2008/09) que tenían el inglés John Maynard Keynes y el austriaco Friedrich August von Hayek.

Dada la fama que ha cobrado el video y múltiples análisis que se han escrito sobre este profundo debate, puede dar la sensación que el único economista austriaco que criticó a Keynes fue Hayek. Sin embargo, el mentor de este último, Ludwig von Mises, también dedicó varios párrafos de sus numerosas obras a criticar el pensamiento del inglés.

En la Acción Humana, por ejemplo, podemos encontrar algunos. Sobre la propensión al consumo, en la página 432 de la edición en inglés:

Lord Keynes y sus discípulos hacen responsable a la falta de la propensión al consumo de todo aquello que consideran insatisfactorio acerca de las condiciones económicas. Lo que se necesita, a sus ojos, para hacer a los hombres más prósperos no es un aumento de la producción, sino un aumento del gasto. Con el fin de hacer posible que la gente gaste más, se recomienda una política “expansiva”.

Esta doctrina es tan antigua como lo es mala. Su análisis y refutación se llevarán a cabo en el capítulo que trata sobre el ciclo económico.

Sobre la inflación como condición del progreso económico (p. 467):

Una doctrina muy popular sostiene que la reducción progresiva del poder adquisitivo de la unidad monetaria desempeñó un papel decisivo en la evolución histórica. Se afirma que la humanidad no habría llegado a su actual estado de bienestar si la oferta de dinero no hubiera aumentado en mayor medida que la demanda de dinero. La caída resultante en el poder adquisitivo, se dice, era una condición necesaria para el progreso económico. La intensificación de la división del trabajo y el crecimiento continuo de la acumulación de capital, que han multiplicado la productividad del trabajo, solo podrían sobrevivir en un mundo de progresivas subidas de precios.

La inflación crea prosperidad y riqueza; la deflación, angustia  y depresión económica. Un repaso de la literatura política y de las ideas que guiaron durante siglos las políticas monetarias y de crédito de las naciones revela que esta opinión está casi generalmente aceptada. A pesar de todas las advertencias por parte de los economistas, este es todavía el núcleo de la filosofía económica del lego. Pero también es la esencia de las enseñanzas de Lord Keynes y sus discípulos en ambos hemisferios.

Sobre el gasto público para reactivar la economía (p. 744):

En la base del argumento intervencionista siempre está la idea de que el gobierno o el estado es una entidad externa que se encuentra por encima del proceso social de la producción, que posee algo que no proviene del previo cobro de los impuestos a sus súbditos, y que puede gastar este mítico algo en los propósitos definidos . Esta es la fábula de Papá Noel elevada por Lord Keynes al estatus de doctrina económica entusiastamente apoyada por todos aquellos que esperan ventajas personales del gasto público

Sobre la “ilusión monetaria” (p. 777):

Lord Keynes considera la expansión del crédito un método eficiente para la abolición de desempleo; él creía que “una gradual y automática disminución de los salarios reales como consecuencia de la subida de los precios” no sería tan fuertemente resistida por la mano de obra como cualquier intento de reducir los salarios nominales. Sin embargo, el éxito de un plan de este tipo requeriría un grado poco probable de ignorancia y estupidez por parte de los asalariados.

Sobre la originalidad de las ideas keynesianas (p. 793):

Keynes no añadió ninguna nueva idea al cuerpo de falacias inflacionistas mil veces refutadas por los economistas. Sus enseñanzas fueron aún más contradictorias e inconsistentes que las de sus predecesores que, como Silvio Gesell, habían sido generalmente recusados por su condición de vanos arbitristas. Él simplemente sabía cómo encubrir el alegato en favor de la inflación y la expansión del crédito en la terminología sofisticada de la economía matemática.

Por último, sobre la “quimera de las políticas contracíclicas” (p. 798 y 799):

Si el gobierno grava los ciudadanos o toma prestado de ellos, no añade nada a lo que los keynesianos llaman el gasto agregado total. De hecho, restringe el poder del ciudadano para consumir o invertir en la misma medida en que aumenta el suyo propio. Si, sin embargo, el gobierno recurre a los preciados métodos inflacionistas de financiamiento, entonces las cosas son peores, no mejores. Puede así retrasar por un corto tiempo el estallido de la crisis. Pero cuando el inevitable momento de la paga llega, la crisis es más grande cuanto mayor haya sido el esfuerzo del gobierno por posponerla.

MISESKEYNES

 

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