Argentina necesita más liberalismo

Iván Carrino / Domingo 11 de marzo de 2018 / Dejá un Comentario

Ser liberal en Argentina implica un doble desafío.

Es difícil definir qué es el liberalismo. El liberalismo es una filosofía política, una teoría económica y también una forma de encarar la vida.

El liberalismo parte de la persona tal como es y defiende un sistema que funcione con esta naturaleza humana.

Cuando Adam Smith escribió su metáfora de la mano invisible, no pensó en seres ideales, bondadosos y perfectos, sino que lo hizo teniendo en cuenta un rasgo inmutable de la naturaleza del ser humano: su egoísmo.

Alguno podrá pensar que el egoísmo (la idea de que las personas nos movemos por incentivos personales) inevitablemente llevará al ser humano a “pisar las cabezas” de los demás para avanzar. Sin embargo, según Smith, esta característica puede ser la piedra fundamental del progreso, si se enmarca en un contexto institucional adecuado.

Así, si el contexto institucional hace que el individuo no pueda violar derechos de terceros, entonces a éste no le quedará otra que seducir a sus congéneres para prosperar en la vida.

Al panadero, para vender más, no le queda otra que hacer un mejor pan a mejor precio.

Moral y útil

Los liberales defendemos la libertad porque ésta es un valor en sí mismo. Dado que somos humanos y tenemos capacidad de empatía, sabemos lo que se sufre cuando no se es libre de perseguir los fines propios y entendemos que cada persona desee para sí misma gozar de libertad.

El robo y la violencia son actos crueles que atacan la libertad de las personas. El liberal los rechaza y defiende la paz y el intercambio voluntario.

Ahora los liberales también defendemos la libertad porque esta “funciona”. ¿Y funciona para qué? Funciona para derrotar la pobreza y generar prosperidad.

En realidad, de la pobreza sale la gente con su propio esfuerzo. Es del esfuerzo de cada uno y de su voluntad de donde sale la mejora individual. En eso no hay atajos.

Sin embargo, hay sistemas que generan mejores incentivos para que el esfuerzo personal efectivamente se canalice en mejoras individuales y sociales. El liberalismo es sin dudas es el mejor de ellos. Es que en el liberalismo se respeta la propiedad privada.

Y cuando la propiedad privada está bien garantizada, los empresarios están dispuestos a invertir en nuevas líneas de negocio, en investigación y desarrollo, en nuevos productos o nuevas tecnologías, todo lo cual redunda en una mayor producción y una mejor satisfacción de las necesidades de todos.

Si hay más empresas, hay más demanda de trabajo, y eso incrementa los salarios reales. En una economía de mercado, todo el que tenga derecho de propiedad (que lo tiene el empresario y también el empleado) y esté dispuesto a aportar valor para recibir valor, recibirá los beneficios del intercambio. Es ahí donde se genera riqueza y se reduce la pobreza.

Ser liberal en Argentina

El liberalismo es una filosofía universal, así que no distingue entre países, culturas o colores. Sin embargo, en cada país  tendrá diferentes vicisitudes.

En Argentina, defender la economía de mercado parece ser algo totalmente minoritario. De acuerdo al Índice Mundial de Pensamiento Pro-Mercado elaborado por el investigador Carlos Newland del Instituto Universitario ESEADE, nuestro país se encuentra al final de la tabla, reflejando la poca valoración que los argentinos le dan a las instituciones de la libertad.

Si miramos de Libertad Económica, verificaremos algo similar. El país forma parte del grupo de economías catalogadas como “mayormente poco libres” junto con Nigeria, Pakistán e India.

En este marco, ser liberal en Argentina implica un doble desafío. Por un lado, se debe batallar y denunciar un sistema totalmente antiliberal, plagado de trabas burocráticas, restricciones al comercio, alta inflación, impuestos altos y déficit fiscal crónico.

Pero por el otro, se debe luchar contra una cultura que se ha acostumbrado a las mieles del proteccionismo, el populismo y el intervencionismo.

Así, ser liberal en Argentina implica, en muchas ocasiones, ser tratado de insensible, mala persona, defensor de los grandes intereses corporativos, etc. etc. Por supuesto, nada más alejado de la realidad.

En mi caso personal, no me desanimo. El país tiene mucho por ganar si adopta medidas liberales y por eso hay que seguir dando la batalla.

Con rigurosidad y respeto, tenemos que seguir explicando los beneficios de la libertad. Argentina  necesita más liberalismo, especialmente si quiere abandonar su largo proceso de decadencia.

Publicado originalmente en el Diario La Prensa.

 

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