Matrimonio igualitario, libertad económica y los valores conservadores
En su libro “Una Defensa del Liberalismo Conservador” (Unión Editorial, 2018), el profesor de filosofía del derecho de la Universidad de Sevilla, Francisco José Contreras, busca emparentar al liberalismo con el conservadurismo. Este esfuerzo tiene el objetivo de separar el liberalismo conservador del “libertarianismo”, que significaría “relativismo moral, individualismo atomista, culto a la libertad como un fin en sí mismo, “progresismo” social y cultural, y desprecio arrogante de toda institución tradicional como represiva y oscurantista”.
Al contrario del liberalismo sin adjetivos (que para Contreras es libertarianismo), el conservador no solo defiende las libertades económicas y un rol limitado para el gobierno, sino un “ecosistema moral” que preserve valores tradicionales. Valores que, en su visión, han sido y serán de suma importancia para crear y mantener un orden capitalista y de progreso humano.
Uno de esos valores es la familia basada en el matrimonio heterosexual.
En la página 25 de su obra, el autor sostiene (las negritas son mías):
El estado liberal debe cuidar – con la solicitud del “jardinero que cultiva una planta”, dijo Hayek- el ecosistema moral que hace posible la libertad: por ejemplo, defendiendo la vida, garantizando a los niños una adecuada formación ética, y protegiendo el matrimonio. La familia basada en el matrimonio de hombre y mujer es, como señala Robert P. George, “el más antiguo y eficaz ministerio de sanidad, educación y bienestar”; (…) ninguna institución puede igualarla…”
A continuación, refuerza:
La crisis de la familia consiste en la opcionalización de lo que antes era normativo: la indisolubilidad de la pareja (divorcio), su heterosexualidad (matrimonio gay), su vocación reproductiva (caída de la natalidad)…”
Más adelante en el texto, en el Capítulo III, donde se refiere al caso de Estados Unidos, vuelve sobre el mismo tema:
La familia estable es el ecosistema imprescindible para educar individuos responsables; y la familia, para durar, necesita un clima cultural favorecedor de su estabilidad). Como afirma Robert P- George, “el gobierno limitado no puede mantenerse allí donde colapsa la cultura del matrimonio, las familias, o bien no llegan a formarse, o bien se disuelven”.
De las hipótesis expuestas más arriba deberían desprenderse claras consecuencias. Uno podría pensar que si la realidad es tal cual la describen Contreras y Robert P. George, entonces allí donde el valor tradicional del matrimonio heterosexual se deja de lado (o entra en competencia con otros, como cuando se legaliza el matrimonio entre personas del mismo sexo), entonces el gobierno limitado cae y emerge alguna forma de socialismo. Pasando en limpio, debería existir una relación inversa clara entre matrimonio homosexual y libertades económicas.
¿Avalan los datos esta postura? La realidad es que no.
En el mundo existen hoy 29 países que tienen legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lo que choca con las tesis conservadoras es que estas leyes tienen una presencia abrumadoramente mayor en los países de mayor libertad económica. Tomando datos de Libertad Económica de la Fundación Heritage, y dividiendo a los 180 países evaluados en grupos de cuatro cuartiles, donde el primer cuartil es el grupo que se encuentra en los primeros 45 puestos de mayor ránking, se observa que el 62,1% de los países que tienen legalizado el matrimonio gay está en el primer cuartil.
Por otro lado, en el segundo cuartil (allí donde se encuentran del país número 45 al 90 en el índice de la Heritage Foundation) aparece otro 24,1% de países con matrimonio igualitario legal. Es decir que 86,2% de los países con matrimonio gay pertenecen a los primeros dos cuartiles de países de mayor libertad económica. Los países con menor libertad económica, por el contrario, tienen una concentración increíblemente menor de este tipo de arreglos institucionales. Solo el 3,5% en el tercero y 10,3% en el cuarto, donde se encuentra Argentina.
¿Son estos datos compatibles con la tesis del liberalismo conservador? La respuesta tiende a ser negativa, puesto que allí donde hay más libertad económica -es decir que en palabras de George el gobierno es más limitado en sus funciones- más se ha abandonado “la cultura del matrimonio” heterosexual.
Podría argumentarse que dado que estas leyes se han implementado, entonces lo que le espera a estos países es su decadencia producto de un creciente grado de estatismo. Pero lo curioso es que allí donde no existen esas legislaciones la asfixia estatal es mucho mayor ahora mismo, por lo que el vínculo entre una cosa y la otra parece desaparecer.
Una relación adicional que se puede establecer es el link entre legislaciones que van a contramano de los “valores tradicionales” y el ingreso per cápita de una nación. Si la tesis conservadora es cierta, entonces a mayor institucionalización de la diversidad sexual, mayor estatismo y -finalmente- peor desarrollo económico. No obstante, tampoco es eso lo que se encuentra en la evidencia.
Si agrupamos a los países por su PBI per cápita en grupos de 4 cuartiles de 46 países cada uno (la muestra aquí es un total de 184), se observa que de los 29 que tienen legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo, 72,4% están entre los países más ricos del planeta, mientras que 24,1% están en el segundo grupo de países más desarrollados económicamente. Es decir que 96,5% de los países más “progresistas” en lo cultural, son también los más ricos en lo económico, quebrando las expectativas fatalistas del pensamiento conservador.
Para cerrar, nadie niega que exista cierto ecosistema moral que sea necesario para el mantenimiento de un orden liberal y de las instituciones que garantizan el progreso. Ahora bien, a la luz de la evidencia, hay que concluir que la represión de la diversidad sexual y la no legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo no tiene nada que ver con dicho ecosistema.
Comentarios
Mirta
Jueves 19 de noviembre de 2020 a las 10:35 amEs un tema complicado (hablo de mi), no soy fanática del homosexualidad, pero respeto absolutamente la libertad de elección.
Debería leer más sobre el tema de la nota, porque me quedo en el medio del camino.
Gracias.
Mirta
Genaro
Viernes 20 de noviembre de 2020 a las 9:47 amNadie exige que seamos fanáticos de la homosexualidad. No es un equipo de fútbol para hacerse fanático. O alguna vez escuchaste a alguien decir “soy fanático de la heterosexualidad”?
Gabriel Zanotti
Jueves 19 de noviembre de 2020 a las 3:05 pmPerdón que te lo diga de vuelta, no quiero molestar querido Iván, pero “….la represión de la diversidad sexual y la no legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo” tiene que ver con la existencia del matrimonio estatal, que debería ser derogado.
Iván Carrino
Lunes 7 de diciembre de 2020 a las 12:42 pmEn parte sí Grabriel, pero no es ése el punto de Contreras sino una cultura que dejó de tener los límites tradicionales para abandonarse al “hedonismo”. Es la misma línea que Hoppe, que en Conservadurismo y Liberalismo (capítulo 10 de su libro Democracy…) dice que “los comportamientos alternativos no podrían anunciarse ni exhibirse públicamente. Estas conductas permanecerían en el armario, ocultas al ojo público y físicamente restringidas a la privacidad de las cuatro paredes de la propia casa.”. Eso es represión, no estatal, claro, pero para estos autores si no hay represión se acaba la civilización. No solo es fóbico, también es incorrecto.
Saludos!