La “Teoría Dolina” del crecimiento económico

Iván Carrino / Martes 29 de diciembre de 2015 / 2 Comentarios

Hace algún tiempo, antes de las elecciones presidenciales, al programa de televisión TVR fue invitado el destacado escritor y locutor Alejandro Dolina. En un momento de la transmisión se tocó el tema de los dos modelos económicos en pugna y Dolina expuso su visión de la situación con el ejemplo de su amigo el zapatero:

“Yo pienso mucho en un zapatero que vive al lado de casa y que hace 15 años estaba todo el día parado en la puerta (…) Sin embargo, empezó un proceso conforme al cual la gente podría comprar zapatos. Además no venían zapatos italianos a $ 100. ¡Qué mal! Dirán algunos, a mí me gustaría tener zapatos italianos a $ 100. Pero el asunto es que a este tipo le empezaron a comprar zapatos, tuvo empleados, ahora está todo el día adentro, tiene un montón de empleados que trabajan, que compran otras cosas – helados, por ejemplo, o bicicletas- entonces prosperan los fabricantes de helados y bicicletas que toman nuevos empleados, que, a su vez, ganan dinero y ¿qué compran? Zapatos”

Dolina expresa, con su elocuencia y simpatía característica, una idea que está muy extendida con respecto al comercio internacional: que hay que “sustituir” las importaciones para generar empleo y crecimiento económico.

Como se extrae del análisis, para que el zapatero comience a producir y eso dé lugar a un proceso virtuoso de crecimiento económico, basta con elevar una barrera a las importaciones. Ahora bien, si fuera tan sencillo, solo necesitaríamos cerrar todas las fronteras y esperar a que llegue el desarrollo. Sin embargo, hacer eso sería condenarnos a la pobreza y el atraso.

Es que el argumento expresado por Dolina ignora las fundamentales ventajas de comerciar libremente con el mundo.

Lo primero que debe decirse es que frenar importaciones, lejos de estimular la producción y el crecimiento, los detienen. Esto es así porque la mayoría de los bienes que importamos no son bienes de consumo, sino insumos necesarios para la producción. Por los últimos 7 años, más del 80% de lo importado por Argentina estuvo compuesto por bienes de capital, bienes intermedios y combustibles, todos ellos insumos necesarios para producir. Evitar que estos bienes lleguen al país, entonces, no estimulará el crecimiento, sino que lo detendrá, como ya está ocurriendo.

Otro problema de cerrarse al comercio internacional es que todo sale más caro. La apertura económica genera mayor competencia y esa competencia reduce los precios tanto de los bienes de consumo como de los bienes de capital, lo que enriquece a los consumidores y, al mismo tiempo, mejora la productividad de las empresas. Así, un comercio más libre y más cantidad de importaciones enriquecen a la población, mejorando directamente su calidad de vida.

Un argumento que suele utilizarse en contra de la apertura comercial es el del desempleo. Sin embargo, no existe ninguna relación  entre libre comercio y desempleo. En realidad, el comercio internacional no crea ni destruye empleo a nivel agregado, sino que puede destruir empleo en algunos sectores, pero sólo para liberar recursos y permitir que estos se ubiquen en otros  sectores más productivos donde el país tiene ventajas comparativas.

Un ejemplo de cómo el libre comercio es una buena vía hacia el progreso económico y el bienestar es el de Chile. A partir de mediados de los años ’70 el país vecino comenzó un proceso de apertura unilateral al comercio internacional, reduciendo aranceles, cupos y prohibiciones para importar. Más adelante, desde los años ’90 y hasta el día de hoy, comenzaron a firmar Acuerdos de Libre Comercio con una enorme cantidad de países, entre los que destacan Canadá, Estados Unidos, China, Australia y, más recientemente, la Alianza del Pacífico.

En paralelo con este proceso de apertura, Chile multiplicó por 5 su riqueza per cápita, llegando al primer puesto de los países de América del Sur. Además, siendo el país más abiertos del continente, su tasa de crecimiento fue del 4,5% promedio en los últimos 10 años mientras que el desempleo pasó del 10,0% en 2004 al 6,3% el año pasado. Por si esto fuera poco, la inflación se ubica en el 4% y el promedio de los últimos 6 años no supera el 3% anual.

En conclusión, por más atractiva que resulte la teoría de Dolina, lo cierto es que nada indica que sea una buena idea cerrarse al comercio para crecer. De hecho, tanto la teoría como el análisis de los casos prácticos nos llevan a pensar en la conclusión contraria: si queremos crecer y reducir la pobreza, la receta no es la autarquía, sino el libre comercio.

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Comentarios

  1. Federico Ronchel

    Martes 5 de enero de 2016 a las 6:01 pm

    La verdad que no comparto mucho. Aunque entiendo perfectamente a que te referís. Yo no soy economista, pero me parece interesante dar debate con gente diferente a como piensa uno.
    Por empezar cuando decís “Como se extrae del análisis, para que el zapatero comience a producir y eso dé lugar a un proceso virtuoso de crecimiento económico, basta con elevar una barrera a las importaciones. Ahora bien, si fuera tan sencillo, solo necesitaríamos cerrar todas las fronteras y esperar a que llegue el desarrollo”, estoy seguro que esos es un analisis tuyo, que no dijo Dolina. Pero siguiendo tu análisis, hay productos que se deben sustituir, porque eso hace un proceso de reindustralización. Sino como la industria crece? como genera puestos de trabajos? Sería más fácil importar, que tributar cargas sociales. Pero bueno ese es el debate que nos tenemos que dar.

    Ahora cuando señalas “más del 80% de lo importado por Argentina estuvo compuesto por bienes de capital, bienes intermedios y combustibles, todos ellos insumos necesarios para producir”…….Dolina habló de zapatos, y no citó a esos bienes, o energía para la producción.

    Un poco sesgado tu análisis, o con intenciones claras de llevar el debate a un tipo de interes personal.

    Repregunto, cree que con el gobierno de Macri la industria nacional va a crecer?

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    • Iván Carrino

      Jueves 7 de enero de 2016 a las 6:02 pm

      Dolina es bastante claro al decir que, gracias a la traba a la importación, al zapatero le iba bien y, entonces, también al heladero, etc. Eso tomo yo para decir que, si fuera tan sencillo, bloqueamos todo ingreso de producto y tenemos crecimiento. Es una reducción al absurdo del argumento principal que expresa el periodista.

      En términos más generales, no comparto la idea de que haya que estimular ninguna “industria” ni empresa particular. Lo que hay que estimular es la llegada de empresarios que quieran emprender diferentes tipos de proyectos, sean estos industriales, agrícolas o de servicios. No veo cuál sería el problema de, tener menos fábricas, pero tener más empresas que provean servicios. De hecho eso es lo que pasa en los países desarrollados, donde el 70% del PBI lo explica el sector de servicios, y la población allí es la más rica del mundo.

      Saludos!

      Responder
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