El Banco Central no puede imprimir felicidad

Iván Carrino / Jueves 30 de noviembre de 2017 / Dejá un Comentario

Algunos viven en un mundo paralelo donde empapelar todo con billetes resulta en crecimiento, salarios altos y caída de la pobreza.

Es increíble lo que sucede en Argentina. Tras décadas de inflaciones crónicas, hiperinflaciones y megadevaluaciones, todavía creemos que la receta para crecer es que el Banco Central haga una política monetaria expansiva que estimule la inversión y el consumo.

Si solo el Banco Central bajara “un poquito” la tasa de interés, habría más dinero para consumir y los empresarios de la sagrada industria nacional podrían acceder más fácilmente al crédito. Más producción nacional y, encima, más consumo. ¡Una maravilla!

Más aún, si el Banco Central inflara “un poquito más” el dólar, ¡qué bien nos vendría! La industria tendría un tipo de cambio más alto. Menos importaciones, más exportaciones, y a crecer gracias al aumento de la demanda agregada. ¿Cómo se nos ocurrió antes?

La caricatura que muestro en los párrafos anteriores es solo eso, una caricatura. Pero la realidad no se le aleja demasiado.

En la última reunión de la Unión Industrial Argentina, empresarios y analistas, coincidieron en criticar al Banco Central por su política de “tasas altas”. Además, afirmaron que el dólar está barato.

Algunos, incluso, se animaron a ponerle número a su tipo de cambio ideal: entre $ 23 y $24.

¿A dónde nos lleva todo esto? ¿Es cierto que hay tasas altas que frenan la inversión? ¿Es cierto que el dólar barato impide crecer? ¿Qué debería hacer el Banco Central?

La tasa contra la actividad

El argumento en contra de las altas tasas de interés es el siguiente: dado que el consumo y la inversión dependen del costo de endeudarse, si ese costo es bajo, entonces hay más consumo y más inversión. Si el costo es alto, lo contrario.

El razonamiento no está mal, pero adolece de dos problemas.

El primero es que la tasa de interés de la política monetaria no es “alta”, como se dice. Al 30 de octubre de este año, la Lebac a 35 días había rendido 22,7%, la de 65 días, 21,39% y la de 90 días, 20,2%. La inflación, por su parte, avanzó 19,4%.

Es decir que, en el mejor de los casos, la “espectacular inversión” en los títulos del Banco Central rindió 3,2 puntos en términos reales.

¿Qué clase de competencia con la inversión en la economía real es un rendimiento de 3,2 puntos reales?

Adivinaste, ninguna.

De hecho, si efectivamente fuera competencia, eso indicaría que el negocio que se desea emprender no agrega suficiente valor a la sociedad y no debe llevarse a cabo. Pero es un tema puntual, no representa un riesgo para la economía en su conjunto.

El segundo punto es que la tasa de política monetaria no es una buena referencia. Un mejor indicador para ver si es viable invertir, o no, es la tasa del Riesgo País, que ha bajado sustancialmente desde el fin del kirchnerismo.

Esto podría estar explicando el aumento de la inversión.

De acuerdo con los datos de Orlando Ferreres, la Inversión Bruta Fija creció 13,4% interanual en octubre y promedia un aumento de 11,1% en los últimos 6 meses. Es el mejor registro de los últimos 4 años, ¡cuando la tasa era negativa en términos reales!

Por último, si la tasa fuera tan “alta”, el crédito se resentiría. Pero no es lo que sucede hoy.

De acuerdo con los datos compilados por Diego Giacomini:

“los créditos hipotecarios se expanden a un ritmo de +44% en términos reales, y los créditos prendarios aumentan +40% por arriba de la inflación”

Dólar barato

Las críticas contra el BCRA no son solo de los industriales, sino también de economistas de enorme prestigio dentro del país.

En el mismo evento que comentamos, el Director de la Maestría en Economía de la UBA, Martín Rapetti, sostuvo que la “apreciación real del peso es preocupante” y que para contrarrestar esto el Banco Central debería ir más despacio con la baja de la inflación.

Apreciación real del peso quiere decir que la inflación sube más de lo que sube el dólar y, por tanto, dicha moneda tiene menos poder de compra en Argentina. Eso nos hace ser un país “caro” y dificultaría la competitividad de la economía y el crecimiento.

Si la tasa de interés fuera más baja de lo que es hoy, se argumenta, esto no sucedería. Los inversores elegirían el dólar en lugar de las Lebac y, por tanto, la divisa subiría.

¿Es esto realmente así?

A priori, no parece. Si la tasa de interés baja de su nivel actual, tal vez el dólar subiría, pero igual subirían los precios, de manera que no podemos saber si se revertiría la apreciación real.

Yendo a lo más fundamental, el concepto en sí mismo es desacertado. Es que países como Chile, Perú, Colombia e incluso Brasil, han vivido un largo proceso de apreciación real de su moneda desde 2003 a 2013, sin que eso resultara en un obstáculo para su crecimiento.

Para sorpresa de algunos, en paralelo con el “dólar barato”, la economía de estos países creció, con baja inflación, bajo desempleo y aumento del salario real. ¿Por qué en Argentina debería ser diferente?

Entiendo que haya preocupaciones con la competitividad y el déficit de cuenta corriente, que siempre se revirtió de manera violenta en el pasado. Pero las críticas en este sentido deberían dirigirse a la política fiscal.

No a la institución pública cuyo único rol en Argentina y cualquier país serio del mundo es tener una inflación baja y estable.

El Banco Central no puede imprimir felicidad. A corto plazo, es posible que más laxitud monetaria tenga como contrapartida una mayor actividad, pero a largo plazo sabemos que solo trae inflación, incertidumbre, crisis y pobreza.

De hecho, la crisis que atravesamos en 2016 no fue más que el resultado de ese excesivo foco en el corto plazo, que pedía políticas expansivas para la felicidad del pueblo, hasta que chocó con la pared de la realidad.

Por una vez Argentina debería mirar el largo plazo. Y ahí el camino del crecimiento es por vía de reformas estructurales. Más libertad económica, más inversión, crecimiento y reducción de la pobreza. Bajar la inflación es un componente más en ese combo de cambios profundos.

Intentémoslo una vez, en lugar de seguir empapelando el camino a la pobreza.

Publicado originalmente en Contraeconomia.com

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