El Marx nuestro de cada día

Iván Carrino / Domingo 13 de abril de 2014 / 2 Comentarios

Sebastián Campanario escribe en La Nación sobre el supuesto resurgimiento de las ideas de Karl Marx en la escena académica internacional. En la nota, Mercedes D’ Alessandro de la UBA explica el atractivo del pensamiento marxista:

Lo más inspirador que tiene la teoría marxista es el rol que le asigna a la conciencia en el proceso económico. Si tanto repetimos que el pensar es lo que nos diferencia del animal, ¿por qué el pensamiento no es el que regula nuestra actividad productiva como humanidad? ¿Por qué dejarlo todo en manos del “mercado”, como si fuera un dios ajeno que, además, reproduce cada vez más desigualdad?”

Veamos… ¿Qué quiere decir D’Alessandro? En primer lugar, que se necesita una planificación centralizada de la economía. Una mente central que “piense” cómo organizar la producción, el consumo, etc.

El error, sin embargo, está en poner en contraposición un sistema que planifica versus otro que no planifica nada, que no “piensa”, y que, por tanto, es ajeno al ser humano.

La diferencia entre la economía centralmente planificada y la economía de mercado no es que en una se planifica y en la otra no. Ambas economías tienen un amplio grado de planificación. La diferencia, sin embargo, es que en la primera planifican un funcionario y su comité de expertos mientras que en la otra lo hace cada individuo en su ámbito privado.

El primer sistema es extremadamente defectuoso porque ese comité de expertos no tiene ni la información ni los incentivos necesarios para efectivamente producir las cantidades y las calidades necesarias de bienes y servicios que demanda la población. El otro sistema, sin embargo, triunfa porque pone en cabeza de los empresarios la producción y la innovación. Al perseguir un fin de lucro, en un mercado libre, al empresario no le queda más remedio que planificar de acuerdo a las necesidades de sus clientes, lo que hace que solamente consiga un beneficio si está satisfaciendo una necesidad de la sociedad.

En este sentido, no extraña que los países abiertos con economías de mercado relativamente más libres sean los países más prósperos del mundo. Es realmente extraño pensar en un resurgimiento del pensamiento marxista. Sin embargo, si este fuera el caso,  las economías del planeta deberían prepararse para enfrentar problemas incluso mayores a los que se enfrentan hoy.

Karl-Marx-Portriat

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