Una lección económica de navidad: el sub-consumo no genera crisis
Aproveché la tarde del viernes 23 de diciembre para hacer unas compras de navidad. Soy medio fóbico a las concentraciones grandes de personas así que hice lo posible por evitar la “noche shopping”. Terminé dando sólo unas vueltas por una zona comercial de la ciudad de Buenos Aires y en horario no pico: las 4 de la tarde.
A pesar de mi estratégica decisión, mucha gente estaba haciendo lo mismo que yo. Además, en el trayecto hacia mi casa, todo lo que se veía eran personas con bolsas. Bolsitas, bolsas, bolsazas… llegó la navidad y todos vacían sus bolsillos, limpian sus billeteras y revientan las tarjetas de crédito.
¡Es el paraíso keynesiano! ¡Viva la navidad! ¡Viva el consumo, la demanda agregada y la producción!
En la gráfica de acá abajo vemos que esta tradición de hacer compras durante el mes de las fiestas se traduce en contundentes datos de ventas en centros comerciales.
Gráfico 1. Variación mensual de ventas en centros comerciales
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC
De acuerdo con los datos del INDEC; en diciembre de 2011 las ventas crecieron un impresionante 57% respecto de noviembre, al año siguiente el aumento fue del 74%; mientras que en 2014 fue de 65% y en 2015 de 59%. En promedio, entonces, podemos decir que cada diciembre el consumo crece un espectacular 64%.
Un éxito rotundo.
¿Ahora qué pasa durante el mes de enero?
Como también se puede observar en el gráfico, enero es el peor mes de todos en las ventas de los shoppings. En todos los eneros de este período, por ejemplo, las ventas en los shoppings cayeron más de 40%.
¡Un desastre!
Semejante caída del consumo debe querer decir que la economía está sumida en una profunda crisis. Al menos esto es así para algunos analistas, que creen que las crisis son el resultado de la caída del consumo y la demanda agregada.
Frente a tan contundentes datos, los economistas keynesianos estarían pidiendo al gobierno que lance programas de alto gasto público para mantener el empleo en el sector comercial, bajar la tasa de interés para estimular el consumo, y regular la economía para que los empresarios otorguen aumentos de salario.
Sin embargo, no es esto lo que pasa, y el comercio vive estos auges y caídas como una parte normal de su ciclo de negocios. La economía de mercado, precisamente, permite que los productores de bienes particulares adapten su producción, en el tiempo, a la demanda de los consumidores, sin que un aumento del consumo signifique un boom económico, ni que una caída implique una crisis generalizada.
Consideremos, por ejemplo, el caso del Pan Dulce.
A fin de año, los supermercados comienzan a llenar sus góndolas de esta especie de bizcochuelo relleno de frutas secas, pasas o, en el mejor de los casos, chips de chocolate. Muchas marcas ofrecen sus panes dulces en navidad, como Georgalos, Bonafide, Bimbo, etc… Sin embargo, pasado el 15 de enero, no hay más Pan Dulce en ningún lado.
Lo que sucede es que los productores buscan satisfacer la demanda de los consumidores en diciembre y, cuando en enero, ya nadie demanda Pan Dulce, vuelcan todos sus recursos productivos a fabricar otros bienes que empiezan a tener más demanda, como las galletitas, el pan lactal o los budines más tradicionales.
La caída del consumo de Pan Dulce, o de productos navideños, no desata ninguna crisis económica, sino que es una señal que los consumidores envían al mercado para que éste deje de fabricar este tipo de bienes y vuelque los recursos productivos a hacer otros bienes que ahora comienzan a ser más demandados que en época navideña.
Obviamente, no tendría sentido que el gobierno buscara estimular la demanda de Pan Dulce en marzo o subsidiar su producción para “suavizar el ciclo económico”. Esto solo lograría forzar malas inversiones, derrochando los recursos de la sociedad.
Las crisis económicas no son producto de la caída del consumo de determinados sectores en particular. Si cae la demanda de Pan Dulce, los consumidores estarán demandando otros bienes y servicios en su lugar.
En las crisis, sin embargo, sí se verá una caída generalizada del consumo, pero esto es el resultado de la situación de crisis, donde las empresas descubren que han hecho malas inversiones en el período previo, y deben comenzar a “ajustar”. El aumento del desempleo y la caída de los ingresos resultan en una caída del consumo, pero ésta no es causa de la crisis, sino su consecuencia.
Una economía próspera no depende del alza del consumo de sectores particulares, sino de cuán bien se adapte su sistema productivo a las necesidades de los individuos de la sociedad, que son infinitas en comparación con los recursos.
Finalmente, para que esa adaptación sea óptima, se necesita mucha libertad económica y flexibilidad de mercado.
¡Feliz Navidad!