Un pedido escandaloso que revela la esencia del intervencionismo

Iván Carrino / Miércoles 23 de abril de 2014 / Dejá un Comentario

En un principio me pareció un tanto curioso encontrar este artículo de opinión en el que  un sociólogo y docente solicita tener un trato distinto al de “los demás argentinos” en cuanto a la normativa cambiaria (es decir, al cepo).

El sociólogo argumenta que, como tiene una carrera académica por delante, eso le exige estar actualizado de las novedades de su campo, lo que lo obliga a visitar congresos internacionales y demás. Evidentemente, su punto de vista es que, como esa actividad es de suprema importancia, no debe pagar el “dólar turista” a $9,60 o el “dólar tarjeta” a $10,8 (ambos un 20 y un 35% por encima del dólar oficial), sino que tanto él como sus colegas deberían poder comprar dólares al tipo de cambio oficial de $8.

Por supuesto, un pedido tan descarado generó las más enconadas reacciones en las redes sociales. Sin embargo, el único pecado de Javier Hermo, autor de la nota, fue poner de manifiesto el verdadero rostro del control de cambios.

En definitiva, es cierto que existen varios tipos de cambios oficiales, lo que quiere decir que el gobierno decide arbitrariamente a quién privilegiar vendiéndole los dólares más baratos (el dólar oficial), los dólares medianamente baratos (el dólar ahorro), o el dólar más caro (el dólar tarjeta).

¿Y quién es el gobierno para decidir qué rubro de la economía tiene más derecho a recibir dólares baratos? ¿Con qué criterio deciden que las importaciones tienen que pagarse al tipo de cambio oficial pero no los viajes al extranjero?

El resultado inevitable de este tipo de sistemas son reclamos como los del artículo de Página 12. “Si hay dólares baratos ¿por qué no me los dan a mí?” es su razonamiento.

El problema es que el privilegio de unos es el perjuicio de otros. Y en este caso es muy sencillo verlo: todo exportador debe venderle dólares al Banco Central a $8 cuando podría venderlos a $10,3 en el mercado negro, a 9,6 en un supuesto “mercado ahorro” o a $10,8 en otro supuesto “mercado tarjeta”. Esa diferencia es lo que el estado les quita a los exportadores para dársela a quienes cree que se los merecen.

El gobierno consigue así dólares a $8 y, por eso, puede ofrecerlos también a ese precio (algo así como robar el estéreo de un auto y, por eso, poder venderlo por debajo de su precio de mercado).

Dado este sistema ¿cómo no va a haber grupos capaces de pisar la cabeza de todos los “demás argentinos” con tal de demostrar que son ellos quienes merecen recibir el favor oficial?

Los pedidos como el de Hermo no son exabruptos aislados. Constituyen la esencia del sistema intervencionista en que vivimos, cuya característica principal es la de extraer recursos de un lado para ponerlos en otro. La consecuencia natural es que nadie desee proveer recursos y que todos quieran extraérselos a alguien más. En pocas palabras, un todos contra todos, algo que curiosamente se le achaca al sistema exactamente opuesto.

 

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