Sí, el dólar es un bien más de la economía.

Iván Carrino / Sábado 2 de noviembre de 2019 / Dejá un Comentario

Respuesta a Andrés Asiain

El día 10 de octubre de este año publiqué en Ámbito Financiero una nota sobre el dólar y la inflación. Dado que es tan generalmente aceptada la idea de que las subas del dólar “generan inflación” y que, en efecto, cuando el dólar subió, la tasa de inflación también lo hizo en 2016, 2018 y también a partir de agosto de 2019, quise aclarar algunos puntos en relación a este tema.

¿Por qué? Porque si la suba del dólar genera inflación, entonces la única solución posible para nuestro histórico problema de suba de precios es la fijación del tipo de cambio.

Y esto puede tener algo de sentido. En definitiva, cuando Argentina no tuvo inflación, fue cuando el dólar estuvo quieto y fijado 1 a 1. Sin embargo, muchos países en el mundo tienen tipo de cambio flexible y –no obstante- tienen bajísimos niveles de inflación, a punto tal que ésta no representa un verdadero problema de política económica.

Mi punto principal fue distinguir entre los movimientos de corto plazo del índice de precios (que técnicamente no considero inflación), y los aumentos sostenidos por un largo período de tiempo.

En definitiva, escribí en línea con el pensamiento de Milton Friedman, resumido aquí por Antonio Argandoña (negritas son mías):

La distinción entre subidas de precios de una sola vez y aumentos sostenidos del nivel general de precios, y la identificación de esto último con la inflación, es el punto de partida de las explicaciones friedmanianas de la inflación. A la vista de ello, puede haber muchas causas de un aumento de precios de una sola vez – un inrmento de salarios, un aumento de impuestos, una mala cosecha, una huelga, [UN AUMENTO DEL DÓLAR], y mil más- y no hace falta que aumente la cantidad de dinero para que ese aumento tenga lugar. Pero una elevación sostenida de todos los precios, en cuantía importante y durante un plazo, sólo puede tener como causa, o factor coadyuvante, un aumento en la cantidad de dinero.

Este mismo mensaje busqué transmitir en mi nota de Ámbito Financiero, lo que sucitó el interés y la crítica de Andrés Asiain, economista y profesor de la Universidad de Buenos Aires, tal como quien escribe.

De acuerdo con Asiain:

A veces, las anteojeras ideológicas de los especialistas, les impiden observar lo que es evidente para cualquier persona sin formación específica.

Así Iván Carrino, un economistas liberal adicto a la línea austríaca, que niega que “los movimientos de dólar son los que generan a inflación”. Para Carrino “el dólar es un bien más de la economía” que cuando sube puede afectar “varios precios, principalmente los bienes importados”. Pero aun así, “si no cambia la cantidad de dinero en la economía, a largo plazo se restablecerá el equilibrio” o, por lo menos, el nivel de precios no “seguirá aumentado”.

Bueno, no sabía que las corrientes de pensamiento económico podían ser comparadas con adicciones… Pero puede ser. En este párrafo no tengo muchas objeciones, ya que simplemente se limita a presentar el caso.

En donde sí aparece una diferencia es en el siguiente comentario:

Carrino no indica por qué el dólar, que es una moneda extrajera, sería “un bien más de la economía” ya que el dinero, y aún más el que funciona como dinero internacional, es de una naturaleza económica totalmente diferente a los bienes.

Los bienes se compran con dinero, hecho que refleja que no son lo mismo. Los bienes son productos que se tranzan en el mercado debiendo permitir una valorización que vuelva rentable la continuidad de su producción para mantenerse en el mismo. El dinero se encarna en un símbolo que se reconoce como expresión material del poder social, cuyo poder de compra es totalmente independiente de su costo de producción (dando lugar al señoreaje).

Respuesta a las dudas

Es cierto que no explico en el artículo por qué el dólar es un bien más de la economía. Sin embargo, eso no quiere decir que no lo sea.

El motivo de esta afirmación es que el peso, el dólar, o toda moneda para el caso, tiene como origen el oro. De hecho, las modernas monedas de papel evolucionaron luego de que casi todas las comunidades del mundo utilizaran como medio de intercambio el metal amarillo.

¿Y qué es este metal? Pues un bien, una cosa útil que sirve para satisfacer necesidades, como todo bien económico, y que se transformó (en un proceso espontáneo de mercado), en el medio de intercambio de la sociedad.

No obstante, que el dinero sea el medio de intercambio de una economía no quita que sea un bien más. De hecho, y esto es lo relevante, todas las leyes económicas aplicables a la generalidad de los bienes pueden aplicarse –y de hecho, también aplican- al dinero, sea éste el peso argentino o el dólar norteamericano.

Asiain dice que “los bienes se compran con dinero, hecho que refleja que no son lo mismo”. Pero esta idea es incorrecta. En tiempos de trueque, un litro de leche se compraba con diez tomates. Y claro, no es lo mismo la leche que el tomate, pero ambos son bienes económicos. En ese sentido, sí son lo mismo.

Por otro lado, es cierto que el poder de compra del dinero es independiente de su costo de producción, pero si se emite demasiado, su poder de compra tenderá a igualarse con este costo, como demuestran los numerosos casos de hiperinflaciones en la historia. En dichos eventos, el poder de compra del dinero se pulveriza, e incluso desaparece el señoreaje que Asiain destaca.

Componentes especulativos

El profesor universitario, adicto él a la heterodoxia latinoamericana, sostiene que:

…las características del mercado cambiario muestran que la demanda y oferta de dólares son muy diferentes a la de cualquier bien. Los componentes especulativos pesan en la demanda y oferta de dólares de corto plazo, generando movimientos más parecidos a los de activos financieros. Así, una suba del dólar puede generar una mayor demanda y una menor oferta, si existe elevada incertidumbre sobre su posterior evolución.

Y aquí estamos totalmente de acuerdo. Pero: ¿cómo es esto distinto en otros bienes de la economía? Si en el mercado de las plantas aromáticas se espera que su precio aumente en el futuro, los agentes económicos anticiparán sus compras, desplazando la curva de demanda a la derecha y subiendo el precio en el presente.

Es decir, el componente especulativo que menciona Asiain está presente en todos los bienes de la economía, tal como se explica en cualquier curso introductorio de la materia. Llama la atención que se ignore este tema tan fundamental.

Llegando al final de su artículo, Andrés parecería decir que la única forma de evitar una devaluación crónica de la moneda es la intervención. Además, toca la relación entre importaciones y tipo de cambio real.

Según él:

… los componentes de largo plazo de la demanda de dólares (pagos de la deuda e importaciones) y de la oferta (exportaciones) son poco sensibles al nivel del tipo de cambio real, por lo que requieren políticas de intervención (restructuración de deudas, administración de comercio) si se quiere evitar una devaluación crónica de la moneda nacional.

Este tema puede abordarse con dos gráficos.

El primero es la relación reciente entre el tipo de cambio real (el poder adquisitivo del dólar en Argentina, en este caso) y la evolución de las importaciones. Asiain dice que la demanda de dólares es poco sensible a los movimientos del tipo de cambio real. Y esto es cierto en el sentido económico del término, ya que frente a un aumento del 56% en el tipo de cambio real en el período graficado, las importaciones han caído 24,1%, lo que indica una curva de demanda inelástica.

Gráfico 1. Importaciones y Tipo Real de Cambio

Elaboración propia en base a INDEC y BCRA

Elaboración propia en base a INDEC y BCRA

Ahora bien, esto no refuta que el dólar sea un bien más de la economía. En la economía hay bienes con demanda elástica y también inelástica. No por eso dejan de ser bienes económicos. De hecho, la ley de la demanda se cumple también en este caso. A mayor precio (aumento del TCR), menores cantidades (caída de importaciones).

Zonceras Económicas

Por último, no se entiende por qué dice que se necesita la intervención para evitar devaluaciones crónicas de la moneda. Como intenté explicarle en el año 2014, cuando reseñé su libro de “Zonceras Económicas” (aquí el link), la libertad comercial y cambiaria no equivale a devaluación permanente. En Argentina el peso se depreció enormemente en los últimos años con tipo de cambio flotante… Pero otros países con el mismo esquema flotante no tuvieron ni de cerca nuestro nivel de devaluación.

Gráfico 2. Evolución del tipo de cambio nominal en Perú, Argentina y la Eurozona

Elaboración propia en base a BCR, Fed y BCRA

Elaboración propia en base a BCR, Fed y BCRA

Durante la gestión Macri el tipo de cambio aquí subió 309% con tipo de cambio flexible. En toda la zona euro, sin embargo, en el mismo período el dólar cayó 1,06%, y en Perú 0,81%. Ambos países tienen pena libertad cambiaria y mucha mayor libertad comercial.

Evidentemente, se puede tener tipo de cambio libre sin condena a la devaluación permanente.

Así que a la luz de los datos y la teoría económica, la objeción que presenta Asiain en Página 12 no refuta ni modifica mis conclusiones sobre la inflación y su relación con el tipo de cambio. Es decir que sostengo mi punto inicial, aunque, por supuesto,  sigo abierto a seguir discutiéndolos.

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