Mises: 40 años después
Un día como hoy, hace 40 años, moría en un hospital de Nueva York Ludwig von Mises. Mises fue uno de los principales referentes de la Escuela Austriaca de Economía.
Uno de los primeros libros que leí de él fue publicado por Unión Editorial en 1979. Es una compilación de seis conferencias que dio, casualmente, en Buenos Aires a principio de los años sesenta.
En él narra sus “Seis lecciones sobre el capitalismo”, una de las cuales es “el intervencionismo”. Su pasaje sobre los controles de precios, 40 años después de su muerte, tiene la misma vigencia y aplica perfectamente a la Argentina de hoy:
El precio de la leche está subiendo; las gentes se quejan, pues necesitan adquirirla para sus tiernos infantes. El gobierno, siempre bueno y paternal, pero dispuesto a ser enérgico esta vez, impone un precio máximo, inferior desde luego al que, en otro caso regiría. Los funcionarios tranquilizan así sus conciencias; han resuelto un problema que no tenía solución; las gentes humildes estarán mejor; podrán, en adelante, adquirir cuanta leche precisen a precios asequibles.
Tan bellas imágenes, sin embargo, pronto se desvanecen. Porque sucede que la baja del precio de inmediato incrementa la demanda y gentes que a los antiguos precios no compraban, ahora, a los nuevos, se muestran dispuestas a hacerlo. A esto se agrega una retracción de la oferta, pues los productores con mayores costos –los marginales, los que sólo a los más elevados precios de venta pueden sobrevivir- abandonan sus instalaciones. Este fenómeno se reproduce invariablemente en cualquier sector del mercado.
El empresario privado, el fabricante independiente, a diferencia del estado, pocos quebrantos económicos, como antes veíamos, puede soportar. Por eso en el presente supuesto, velis nolis, la producción y la oferta de leche ha de restringirse. Tal vez su propietario envíe sus vacas al matadero o posiblemente cambie de oficio, dedicándose a producir derivados – queso, mantequilla, yogurt- si los precios de tales mercancías todavía no han sido arbitrariamente tasados.
La interferencia estatal, en conclusión, ha hecho disminuir la oferta de leche, incrementado en cambio la demanda de la misma. Habrá ahora gentes que al precio oficial no podrán adquirir cuanta desean. Se formarán las tristemente célebres colas ante los establecimientos expendedores. Esa imagen patética de pobres mujeres, aguantando pacientemente en fila las inclemencias del tiempo ante la tienda de clausuradas puertas, es típica de cuantas poblaciones “disfrutan” de precios coactivamente rebajados por las siempre benévolas autoridades. Los economistas, en toda ocasión, predijeron el resultado; pero, entendámonos, fueron solo los economistas sensatos cuyo número, por desgracia, siempre ha sido harto reducido, quienes así se pronunciaron.
Hoy el libro se consigue bajo el título “Política Económica”, en la web de Unión Editorial. También existe una versión online aquí.