Los determinantes económicos de la situación política de Argentina

Iván Carrino / Viernes 21 de abril de 2023 / Dejá un Comentario

*Charla presentada en 36° Forum da Liberdade, llevado a cabo en Porto Alegre, el 13 y 14 de abril de 2023.

Buenas tardes a todos,

Lamento no poder hablar en portugués. Iba a dar mi charla en español pausadamente para facilitar la tarea de los intérpretes, pero como resulta que la interpretación es sólo del inglés al español, entonces voy a dirigirme a ustedes en inglés. Creo que será la mejor forma de poder transmitirles estas ideas en el día de hoy.

Antes de arrancar, aprovecho para agradecer al Instituto de Estudios Empresariais por esta generosa invitación, a Victoria, su presidente, a Fernando Ulrich y a Helio Beltrao, grandes rockstars del liberalismo brasileño quienes le dan enorme prestigio a mi panel –intentaré estar a la altura- y también al staff del instituto, André, Roberto, Amanda, Pedro, quienes me han acompañado estos días.

Vengo a contarles una historia triste pero que –como en las películas- es posible que tenga un final feliz. Es la historia de la decadencia argentina, pero no de la decadencia de cuando aquélla vez en nuestra “época de oro” éramos los más ricos del mundo.

En este caso es una historia más reciente, que ocupa nada más que los últimos 20 años, y que se profundiza en los últimos 10.

Dividiré mi charla en 4 puntos. En el primer haré un breve repaso por el contexto global al que nos enfrentamos. Luego me enfocaré en la situación económica argentina de los últimos 20 años. Finalmente daré paso al análisis de la situación política actual, que creo que es algo que muchos de ustedes tienen en la cabeza, especialmente por el último punto de mi presentación, la posibilidad de un resurgimiento del liberalismo.

Arranquemos con el mundo. En el 2020, el Covid-19 nos llevó a lo que en mi último libro denominé “La Gran Desproporción”. La reacción de los gobiernos a la enfermedad del coronavirus, fue un remedio PEOR que la enfermedad misma. La consecuencia fue la peor caída económica desde la Gran Depresión en una enorme cantidad de países. Para añadir a los problemas, la política fiscal y monetaria fue la más expansiva jamás vista, y como consecuencia la inflación alcanzó niveles que no había experimentado en tres o cuatro décadas, según el país. Como respuesta, ahora los Bancos Centrales están subiendo sus tasas, y el ciclo de “dinero barato” se terminó, generando esto la posibilidad de una nueva crisis global. Sobre este punto, seguramente Fernando nos pueda iluminar más cuando ofrezca su presentación.

Pero en este contexto se mueve la Argentina actual. ¿Y cuál es la historia de Argentina? Si comenzamos a contarla desde al año 2002 vemos lo que fue la versión autóctona del “Socialismo del Siglo XXI”, protagonizado en nuestros lares por Lula da Silva en Brasil, y Néstor y Cristina Kirchner en Buenos Aires. El SXXI en Argentina se caracterizó por un enorme incremento del gasto público. De hecho, de los países de la región –excepto Venezuela- Argentina fue en dónde más creció el gasto público medido como porcentaje del PBI, entre 2002 y 2022.

En concreto, 20 años atrás, en el año 2002, las erogaciones del estado argentino representaban el 21,8% del PBI. Ese guarismo creció ininterrumpidamente hasta alcanzar un máximo de 41,5% en 2016. Entre 2017 y 2019 el gasto público cayó hasta el 37,7% del PBI, pero en 2020 volvió a subir, alcanzando su récord histórico de 42,1% del PBI. Finalmente, el año pasado el número cerró en 36,5%, 1,2 puntos por debajo de 2019.

El gasto público es un problema en sí mismo. Reduce la eficiencia de la economía y exige una mayor carga sobre el sector productivo, que es que genera trabajo y crecimiento económico. Pero peor es el problema si todo este aumento genera lo que conocemos como déficit fiscal. Si observamos el siguiente cuadro vemos que la posición fiscal del gobierno argentino se deterioró marcadamente en las últimas dos décadas, pasando de un superávit de 4,0% del PBI, a un déficit máximo, en el año de la pandemia, de más de 8,0%. Lo interesante es que sin pandemia tuvimos tres años de un déficit similar al de 2020.

¿Qué generó este déficit fiscal en el contexto argentino? Como Argentina había quedado fuera de los mercados de capitales mundiales producto del default de la deuda –aplaudido por todo el congreso nacional- en diciembre del año 2001, la única forma de financiar este desequilibrio fue la emisión monetaria del banco central.

Y, para sorpresa de NADIE, esto fue generando e incrementando los niveles de inflación. En el gráfico que ven acá, la inflación del año 2007 puede parecer pequeña en comparación con la de 2022… Pero era del 25,7%, la más alta de la región, junto con Venezuela, y por varios cuerpos.

La diferencia entre la inflación acumulada de Argentina y la de países como Uruguay, Brasil o Ecuador, es – como se observa- abismal. En este contexto un no puede más que reírse cuando lee que el presidente Alberto Fernández, junto con Manuel López Obrador de México y Lula, de Brasil, van a sentarse en una mesa a encontrar una solución conjunta a la inflación que afecta a la región. Perdón, no quiero decir que acá o en México hagan todo bien, pero en materia de inflación Alberto Fernández debería venir a PEDIR CONSEJOS, no a pensar en “soluciones conjuntas”. Claramente nosotros no tenemos idea de la inflación, sino no tendríamos 10 veces la que tiene el promedio de América Latina.

El déficit fiscal no solo nos ha llevado a estos niveles de inflación EXTRAVAGANTES, como diría mi querido Ricardo López Murphy, sino que también incrementamos la deuda de una forma poco sostenible, lo que se evidencia en esta brusca suba del riesgo país, especialmente a partir de diciembre del año 2017.

Aquí hago un paréntesis. Durante el gobierno de Macri la emisión monetaria, como forma de financiamiento del déficit público, intentó ser reemplazada por endeudamiento externo. Pero una vez que los inversores vieron que las reformas “de fondo” no iban a implementarse, toda esa confianza comenzó a desmoronarse. Así, Argentina entró en una crisis de deuda que la llevó al programa de rescate del FMI. Aún hoy –después de renegociar la deuda TANTO CON EL SECTOR PRIVADO COMO CON EL FMI-, como se observa, seguimos ante el mismo problema. No generamos ninguna confianza entre los inversores del mundo.

Ahora bien, ¿qué consecuencias tiene todo esto en la vida del ciudadano de a pie? El crecimiento económico ha sido lento, y la economía –en términos per cápita- se encuentra hoy 10,9% más abajo que en el año 2013. La torta que queremos distribuir entre todos los argentinos es hoy más chica que diez años atrás. Es decir, todos somos hoy, en promedio, más pobres que hace 10 años. Es una nueva DÉCADA PERDIDA, como las varias que ya tuvo este castigado país del sur.

Veamos la comparación con la región. Sacando a Venezuela, Argentina es el país donde más aumentó el gasto público en los últimos 20 años y donde menos creció la economía en los últimos diez. Hay que llevarle estos datos a los economistas keynesianos para que calculen cuánto les da el famoso MULTIPLICADOR DEL GASTO. ¡Tal vez se hacen liberales!

Como verán, a Brasil, lamentablemente, tampoco le ha ido mucho mejor. Los países más importantes, por población y PBI de América del Sur, los que menos han crecido en los últimos 10 años. Gracias Cristina, Gracias Lula, Gracias Dilma.

Un último dato para cerrar esta parte: los salarios en dólares se han pulverizado y, como consecuencia, LA GENTE ESTÁ CANSADA, AGOTADA, ENOJADA.

Para resumir, un gran crecimiento del gasto público y del tamaño del estado llevó a Argentina al déficit fiscal, que derivó en una crisis de deuda, una crisis de inflación y una brusca devaluación de la moneda nacional. El salario del promedio de los trabajadores quedó totalmente pulverizado.

Ahora bien, cómo afectará esto a las elecciones que están próximas a venir. Una frase podría ayudarnos.

El gran Milton Friedman, a quien ya se ha citado aquí, decía que;

“un cambio importante en la política social y económica está precedido por un cambio en el clima de la opinión intelectual, generado, al menos en parte, por circunstancias sociales, políticas y económicas contemporáneas. (…) una corriente intelectual “tomada en su punto culminante” se extenderá al principio gradualmente, luego con más rapidez, al público en general y a través de la presión pública sobre el gobierno afectará las medidas económicas, sociales y políticas.”

Y vemos entonces que –efectivamente- esto se está verificando en Argentina. Las pésimas condiciones económicas han generado la necesidad de nuevas explicaciones, nuevas propuestas, o bien propuestas viejas a las que nunca antes se les había dado la oportunidad.

Si miramos las encuestas, encontramos que para las próximas elecciones hay un escenario dividido en 3, donde el peronismo que actualmente gobierna en ningún caso tiene más del 30% de los votos. ¿Y cuáles son las otras alternativas? En primer lugar “Juntos por el Cambio”, el partido de Macri, que habiendo gobernado mal durante 2015-2019, comenzó a ser revalorizado por el electorado producto de que sus sucesores fueron aún peores.

Otro elemento más revalorizó a Juntos Por el Cambio y es que al estar fuera del poder, pudieron radicalizar un poco su discurso. Pero eso nos lleva a analizar la tercera fuerza electoral que es la del joven economista libertario Javier Milei. Milei, a quien casi todos aquí deben conocer, se presenta como un economista austriaco –anarcocapitalista de largo plazo, aunque minarquista en el corto plazo- y llega con propuestas radicales como eliminar el banco central y utilizar una MOTOSIERRA para reducir el tamaño del estado.

El fenómeno de Milei se explica, entonces, porque la situación económica ha sido muy mala, y porque muchos en el electorado evalúan que no sirvió NI EL ESTATISMO DEL POPULISMO DE IZQUIERDA, ni la DERECHA MODERADA DE JUNTOS POR EL CAMBIO, y que entonces debemos probar con opciones más revolucionarias.

Pero el fenómeno también se explica por el carisma del líder del movimiento –Javier Milei- y algo que podríamos denominar populismo libertario. Este mote de populista, que algunos podrían pensar que debería estar en las antípodas del liberalismo, no obstante, ha sido defendido activamente por algunos intelectuales y economistas de la propia escuela austriaca, a la que Milei dice pertenecer.

Murray Rothbard, en 1990, escribió que la “estrategia de Hayek” de intentar convencer a la gente y a las élites de la importancia de la libertad, era una tarea importante, pero que no había dado resultados. La correcta estrategia para los libertarios y peleolibertarios debía ser el “populismo de derecha”, que expusiera y denunciara una alianza no santa entre los gobernantes, las grandes corporaciones, y los medios hegemónicos de comunicación. Para Rothbard, era importante que los liberales hicieran entonces alianzas con “paleolibertarios” o “tradicionalistas” y que defendieran los valores de la familia y que adoptaran las posiciones de los conservadores en temas como la prostitución, la familia y el aborto.

Hans Hermann Hoppe, sociólogo y discípulo de Rothbard agregó condimentos a esta receta. En una exposición de hace algunos años sostuvo que era posible realizar un “análisis austriaco de clase” y concedió que Marx tenía razón en que la historia era la historia de los “explotadores contra los explotados” solo que los explotadores no serían ya los capitalistas, dueños de los medios de producción, sino los políticos y los funcionarios públicos, que saquean ilegítimamente al sector privado de aquello que éste produce. En otros escritos, Hoppe ha defendido, también, una posición ultraconservadora en materia de libertades individuales, convirtiéndose en un teórico de referencia de la Alt-Right norteamericana.

Retomando, el discurso de “la casta política” contra los que “pagamos impuestos todos los días” que ofrece Milei luce muy en línea lo que acabamos de leer. Y también sus alianzas políticas y su gran número de adherentes que, si bien podrían desear una economía más libre, también están interesados en una agenda tradicionalista y –disculpen esta palabra tan “progre”- “heteronormada” de la sociedad.

En cualquier caso, y mirando LA BIG PICTURE, el 70% de los votantes de Argentina hoy rechazan al peronismo kirchnerista, y entre el 35% y el 60% dicen abiertamente que apoyarán alguna opción política corrida a la derecha del espectro ideológico.

En materia de expectativas hacia adelante, este no es un tema menor.

Adopto, entonces, una postura moderadamente optimista. El kirchnerismo y el paradigma intervencionista parecen estar de salida. Les decimos “chau, chau, adiós”, como dice la canción. Y cualquiera de las opciones que se impondrían van a traer –al menos en materia de economía- algo de ortodoxia: ¡bienvenida sea! ¡Al fin algo de cordura!

Si se adopta esa estrategia, entonces podemos pensar que Argentina bajará la inflación y podrá volver a crecer.

¿Hay riesgos? Al menos 2: el primero, que las reformas no logren rápidos beneficios y –por tanto- el desencanto no logre revertirse, convocando a un nuevo regreso de opciones intervencionistas. El segundo, que la llegada al poder de opciones de derecha, si bien mejoraría los problemas económicos, que considero es el tema más urgente y necesario, podría hacerlo en conjunto con limitar otro tipo de libertades, fundamentales para que todos pueden tener una vida libre y plena.

Esperemos que los beneficios lleguen y que los riesgos no se materialicen.

Muchas gracias por su atención, espero vuestras preguntas.

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