Ley Ómnibus, las artes y Bastiat

Iván Carrino / Domingo 31 de diciembre de 2023 / Dejá un Comentario

El proyecto de Ley Ómnibus enviado por el gobierno de Javier Milei al Congreso implica un menor financiamiento para el INCAA y, a su vez, el cierre del Instituto Nacional del Teatro y del Fondo Nacional de las Artes. ¿Quiere decir esto que el gobierno le ha declarado la guerra a la cultura? Si consideramos algunos análisis, definitivamente parecería que sí. Sin embargo, la cuestión no es tan directa.

En los últimos días, el gobierno envió al Congreso un proyecto de Ley de Título “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”, en un claro homenaje al libro de Juan Bautista Alberdi, “Bases y Puntos de Partida para la organización política de Argentina”, que sirvió como base para redactar la Constitución Nacional de 1853.

El proyecto de Ley tiene 351 páginas y 664 artículos, con lo cual es muy complicado de analizar por completo en un solo artículo. Es por esto que me quiero detener aquí en el capítulo III, dedicado a la cultura, que generó cierto revuelo en estos días.

INCAA, Instituto Nacional del Teatro y Fondo Nacional de las Artes

Hay tres puntos que me parecen destacables de esta sección. El primero es que el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), un ente público dedicado al fomento, la regulación y el otorgamiento de subsidios a la actividad cinematográfica nacional, recibirá ahora un menor nivel de financiamiento.

Es que en el artículo 564 de la Ley se dice que el INCAA estará financiado por un 10%de impuestos cobrados al

“precio básico de toda localidad o boleto entregado gratuita u onerosamente para presenciar espectáculos cinematográficos en todo el país, cualquiera sea el ámbito donde se realicen”

“Con los recursos que defina el Presupuesto Nacional”

“con el importe de los intereses, recargos, multas y toda otra sanción pecuniaria que se aplique en virtud de las disposiciones de la presente ley”

o

“con los legados y donaciones que reciba”.

Todo esto ya estaba establecido previamente, pero ahora quedaron sin efecto otras fuentes de financiamiento al INCAA como:

“b) con un impuesto equivalente al DIEZ POR CIENTO (10%) aplicable sobre el precio de venta o locación de todo tipo de videograma grabado, destinado a su exhibición pública o privada, cualquiera fuere su género..”

“c) con el VEINTICINCO POR CIENTO (25%) del total de las sumas efectivamente percibidas por el COMITE FEDERAL DE RADIODIFUSION en concepto de gravamen creado por el artículo 75, incisos a) y d), de la Ley Nº 22.285.”

El segundo punto a destacar de la Ley Ómnibus es que, mediante el artículo 587, se elimina el INSTITUTO NACIONAL DEL TEATRO, creado por ley en 1997 con el objetivo de ser el

“organismo rector de la promoción y apoyo de la actividad teatral, y autoridad de aplicación de esta ley”

Entre sus funciones podíamos encontrar algunas como:

b) Impulsar la actividad teatral, favoreciendo su más alta calidad y posibilitando el acceso de la comunidad a esta manifestación de la cultura:

c) Elaborar, concentrar, coordinar y coadyuvar en la ejecución de las actividades teatrales de las diversas jurisdicciones (…)

e) Fomentar las actividades teatrales a través de la organización de concursos, certámenes, muestras y festivales; el otorgamiento de premios, distinciones, estímulos y reconocimientos especiales, la adjudicación de bocas de estudio y perfeccionamiento, el intercambio de experiencias y demás medios efícaces para este cometido…

Todo esto, claro, sostenido por fondos públicos. Según el artículo 19 de la ley, el Instituto Nacional del Teatro, los recursos del Instituto provendrían de

a) Las sumas que se le asignen en el presupuesto general de la administración nacional;

(…)

e) Con el 8 % del total de las sumas efectivamente percibidas por el Comité Federal de Radiodifusión o el organismo que haga sus veces, en concepto de gravamen.

Por último, el artículo 589 de la Ley Ómnibus elimina el Fondo Nacional de las Artes[2], un organismo cuyo objetivo es:

Otorgar créditos destinados a estimular, desarrollar, salvaguardar y premiar las actividades artísticas y literarias en la República y su difusión en el extranjero.

Todo lo cual se financia, nuevamente, con impuestos cobrados a todos los contribuyentes. Según la ley que lo creó, la financiación se consigue:

b) Con un importe equivalente al diez (10%) por ciento del precio de toda localidad o entrada a las fiestas danzantes o bailes, efectuados en base a reproducciones musicales por medios mecánicos, o cualquier otro que reste, en ese acto, la posibilidad del trabajo personal y directo de los artistas;

Entre otras fuentes coactivas de ingresos.

Estos cambios y derogaciones generaron polémica. Una de las reacciones que recibió fue la de la artista Marta Minujín, quien protestó porque, gracias a este fondo ella había podido viajar a París de joven y que Argentina debía “vivir del arte” como lo hace París… Extraños argumentos.

¿Ataque al arte?

En fin. La pregunta es si a partir de estas modificaciones, el gobierno está atacando la cultura y, por lo tanto, veremos destruido el cine, el teatro y las artes argentinas.

Mi respuesta rápida es tajantemente negativa.

Es que lo único que hace el gobierno es reducir el apoyo público, es decir, el subsidio cargado sobre los hombros de todos los que pagamos impuestos en Argentina, destinado específicamente a estos sectores. Ahora esto en ningún caso quiere decir que, automáticamente, los sectores que ahora reciban menos apoyo del gobierno tengan que desaparecer. Como cualquier otra actividad productiva, el teatro, el cine y el arte en general pueden recibir todo el financiamiento privado que les sea posible.

Eliminar un subsidio a una cosa, entonces, no quiere decir eliminar la cosa.

Bastiat, lo que se ve y lo que no se ve

Me gustaría traer a esta discusión a un famoso economista, periodista y diputado francés del Siglo XIX, Frédéric Bastiat.

Bastiat murió en Roma en 1850 y, de hecho, cuando estuve allí hace algunos años fui a visitar su tumba, que se encuentra en la iglesa SAN LUIGI DEI FRANCESCI (o San Luis de los Franceses)… así que ya saben, si van a Roma se van a visitar la tumba de Bastiat, se sacan la foto y me la mandan.

En fin, volviendo al tema, un texto famoso de su autoría (publicado el año de su muerte por primera vez) se tituló LO QUE SE VE Y LO QUE NO SE VE “Lo que se ve y lo que no se ve”. Allí Bastiat quería transmitir la idea de los costos ocultos de ciertas políticas gubernamentales. En ese texto, hizo una sección exclusiva destinada a la cuestión de las subvenciones de los gobiernos al arte.

Bastiat comenzaba preguntándose: ¿Debe el Estado subvencionar las artes?

Y rápidamente planteaba el costo que esto tenía… El francés argumentaba:

Hay, para empezar, podríamos decir, una cuestión de justicia distributiva. El derecho del legislador, ¿puede reducir el salario del artesano para constituir un beneficio extra para el artista?

Bastiat, además, respondía directamente la pregunta que nos hacemos aquí: ¿quiere el gobierno, con el fin de las subvenciones, eliminar el arte?

¿saben de qué se acusa a los economistas? De, cuando rehusamos la subvención, rechazar la cosa misma que se subvenciona, de ser enemigos de todo tipo de actividad, porque queremos que esas actividades sean, por una parte, libres, y por otra, que ellas busquen en sí mismas su recompensa (…)

Nuestros adversarios creen que una actividad que no sea subvencionada ni reglamentada es una actividad condenada. Nosotros creemos lo contrario. Su fe es en el legislador, no en la humanidad. La nuestra es en la humanidad, no en el legislador.

Lo que quiere decir es que nosotros confiamos en que, si determinadas actividades aportan valor a la sociedad, no van a faltar trabajadores, empresarios, inversores y filántropos que estén dispuestos a apostar por el desarrollo de esas actividades (y, si no lo hacen, ¿por qué es el gobierno el que tiene que financiarlas con fondos arrebatados a los contribuyentes?). Es decir, que no hace falta que esté el estado tomando impuestos compulsivamente de los ciudadanos para fomentar aquella actividad que crea que merece más la pena que otras…

Finalmente, Bastiat vuelve a su tema central, ¿qué es lo que se ve y qué es lo que no se ve cuando se subsidia el arte? Lo que se ve es muy claro, todo el trabajo que se sostiene gracias a las subvenciones y apoyos.

… admitamos que la subvención entera irá a los pintores, decoradores, costureros, peluqueros, etc. Esto es lo que se ve.

Sin embargo…

¿de dónde viene? he aquí el reverso de la cuestión, tan importante su examen como el del anverso.

El tema es que provenga de fuentes coactivas de ingresos y que, por lo tanto, el gobierno esté decidiendo mejorar a los trabajadores relacionados con el arte, pero a costa de quienes no sean parte de la industria…

Yo podría decir: Quitando 60,000 francos a los contribuyentes, ustedes disminuyen los salarios de agricultores, obreros, carpinteros, herreros, y aumentan otro tanto los salarios de cantantes, peluqueros, decoradores y costureros.

Bastiat concluía que no había ningún motivo para creer que lo segundo tenía más valor que lo primero.

Bajar subsidios no es eliminar la cultura

O sea que ya desde el Siglo XIX existe el debate acerca del subsidio a las artes. Y la posición, al menos la posición liberal es clara, no se ataca a la cultura cuando no se la subsidia desde el estado. Simplemente se la pone en pie de igualdad con todo el resto de las actividades económicas, culturales y sociales de una comunidad. Ni más, ni menos.

Algunos podrán decir que hasta Estados Unidos subsidia las artes a través del “National Endowment for the Arts”, pero cabe aclarar que este fondo fue creado en el año 1965 y, de acuerdo con un muy buen artículo del destacado economista Tyler Cowen:

incluso mucho antes de la creación de esta agencia, Estados Unidos lideró el mundo en arte moderno, música popular y cine, al tiempo que mantenía posiciones fuertes en literatura, poesía y composición clásica contemporánea. Los museos privados y las orquestas sinfónicas de Estados Unidos han sido la envidia del mundo.

Para ir cerrando, entonces, es falso que la eliminación de subsidios, fondos o institutos gubernamentales de promoción del arte sean un ataque del gobierno a la cultura. Lo único que hacen es quitar el estado del medio y dejar que las actividades culturales que la sociedad decida tener, florezcan a partir de acuerdos voluntarios y en libertad, sin quitarles a unos para darles a otros.

De eso se tratan las reformas de la Ley Ómnibus para el arte y, es por esto que, desde este humilde lugar, las apoyamos.

 

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