Las compras de navidad no estimulan la economía

Iván Carrino / Miércoles 27 de diciembre de 2017 / Dejá un Comentario

Para pasar unas buenas fiestas, se necesita una economía pujante.

Una joven argentina termina el año repleta de tareas. Salió tarde de la oficina toda la semana, tuvo tres reuniones sociales para despedir el año y, por supuesto, dejó para último momento la compra de regalos de Navidad.

Por suerte, uno de los shoppings vecinos a su vivienda iba a permanecer casi toda la noche abierto durante el día 23.

¡Ideal! Compraría todos los regalos el 23 a la noche y, encima, ¡con un suculento descuento!

Buena idea, salvo que no contó con que muchos habían pensado de manera similar. El shopping desbordaba de gente y comprar una sola prenda de vestir se convirtió en una lucha despiadada.

Al volver a casa, su reflexión fue la siguiente: “¡Cuánta gente había en el shopping! ¡Esto realmente le va a dar un impulso a la economía de nuestro país!”.

¿Será realmente así?

El boom de diciembre

Por una parte, sin dudas que sí. Todos los meses de diciembre, y especialmente en la semana de las fiestas, las ventas en supermercados y shoppings se disparan. El año pasado, en Argentina las ventas en diciembre crecieron un astronómico 68,2% en términos reales contra el mes anterior.

El observador desprevenido podría pensar que aquí descansa la llave del progreso. Si todos gastáramos más de nuestros ingresos, los vendedores de bienes van a incrementar el suyo. Eso no solo los llevará a invertir y producir, sino también a demandar otros bienes y servicios, impulsando la producción de otros sectores.

Evidentemente, Papá Noel no es solo bueno para los niños, sino también para toda la economía.

Esta forma de pensar es la que lleva a algunos políticos a pedir la sanción de días festivos que cancelen las actividades laborales y lleven a la gente a gastar más en esparcimiento, restaurantes, hoteles y regalos. Más consumo es más demanda y más demanda es más producción.

No obstante, los economistas no ven las cosas de la misma forma.

Es que, en primer lugar, el aumento de las ventas en diciembre respecto de noviembre no dice nada sobre la salud de la economía. De hecho, siempre en enero las ventas en supermercados y shoppings se desploman. ¿Quiere decir que llegó la crisis?

No. Lo que sucede es que algunos gastos de consumo tienen lo que se llama “estacionalidad”. En algunos meses se gasta más que en otros, pero eso siempre es así. Todos los meses de diciembre las ventas suben respecto de noviembre. Ahora si queremos saber cómo le fue a la economía a partir de este dato, como mínimo deberíamos observar la variación contra el mismo período del año anterior.

Así, le estamos sacando el factor “estacional” al análisis. Sabemos que siempre se vende más en diciembre, por eso lo relevante es comparar esos meses entre sí. De acuerdo con los datos preliminares de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, las ventas navideñas de 2017 superaron en 0,8% a las de 2016, una señal de incremento lento del consumo.

Producir primero, consumir después

Ahora al margen de la estacionalidad, existe un tema más profundo. Es que no podemos decir que sea el consumo el que estimula la producción.

De hecho, las ventas navideñas son la consecuencia de inversiones y producción previas, no la condición para que éstas existan.

Es que imaginemos que producto de lo bueno que creemos que es para la economía la navidad, decretamos que todo el año sea 25 de diciembre.

Si eso sucediera, todos los días habría que comprar regalos navideños. Para mejor, ningún día del año habría que trabajar ya que estaríamos de festejo, celebrando el infinito aniversario del nacimiento del Niño Jesús.

No hace falta ser muy experto para entender que eso generaría un colapso económico. Claro que aumentaría la demanda de juguetes, prendas de vestir, fuegos de artificio y el tradicional Pan Dulce.

Pero sin nadie que los produzca producto del feriado navideño: ¿qué terminaría pasando? Además, ¿quién fabricaría los autos, la electricidad, los medicamentos, la educación superior?

Si todo el año fuese navidad, el país en cuestión se gastaría todos sus recursos en determinados bienes de consumo presente, pero a costa de todos los demás bienes de consumo presente y futuro.

Probablemente, producto de la riqueza acumulada, ese año se vería como un verdadero boom económico, pero en un momento el dinero se acabaría y el país estaría sumido en la más profunda de las depresiones.

El consumo de navidad no estimula la economía, sino a la inversa. Una economía saludable permite a los ciudadanos tomarse algunos días del año para celebrar y regalarse cosas inundando los shoppings. Pero sin producción y trabajo, no es posible el festejo navideño.

Las compras de navidad no estimulan la economía, sino que son el reflejo de una economía productiva y vibrante. A eso tenemos que apuntar, entonces, ya que cuanto más productiva sea, más personas podrán pasar mejor esta etapa de festividades.

¡Felicidades!

Publicado originalmente en PanAm Post.

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