La inviable propuesta de reducir la jornada laboral
Nicolás del Caño y Romina Del Pla son candidatos al Congreso por el Frente de Izquierda-Unidad. En una de sus propuestas sostienen que para reducir el desempleo y mejorar el nivel de vida de los trabajadores, lo que debe hacerse es sancionar una Ley de Reducción de la Jornada de Trabajo. Esta ley llevaría las horas semanales trabajadas por los trabajadores de 48 a 30.
La propuesta -como muchas de las que lanza la izquierda en campaña suenan muy atractivas. Sin embargo, las consecuencias son exactamente opuestas a lo que se busca.
En primer lugar podríamos reducir la idea al absurdo. Citando al amigo Leandro Fleischer, si de pedir menos horas y mejores salarios para todos se trata, por qué no proponer una jornada laboral de 42 minutos y un salario mínimo de 100 millones de pesos.
Al llevar las cosas al extremo queda claro que la medida no tendría mucha lógica.
Ahora qué pasa si analizamos la propuesta en concreto, sin exageraciones.
En ese caso tendríamos que plantearnos lo que pasaría dentro de una empresa que, por ejemplo, esté contratando hoy en día a 3 trabajadores a los cuales les paga el salario promedio de la economía ($ 39.500).
Si este fuera el caso, estos trabajadores estarían trabajando un total de 40 horas semanales cada uno (lunes a viernes de 9 a 18, con una de almuerzo), lo que totalizaría 120 horas laborales por semana en total y 480 horas de trabajo por mes. El gasto total para la compañía sería de $ 118.500, por lo que la hora trabajada se estaría pagando $ 246,87.
La propuesta del Frente de Izquierda exige que estos trabajadores ya no trabajen 8 horas por día, 40 horas por semana, sino que solo lo hagan en 6 horas diarias y 30 semanales. Si esto se lleva a la práctica, mientras la empresa antes recibía 120 horas de trabajo semanales, ahora recibirá solo 90, por lo que, según el Frente de Izquierda, se necesitará un nuevo empleado contratado para cubrir las 120 horas semanales de antes.
Al ver esto, los futuros diputados podrían pensar: “¡Genial! Reducimos el desempleo. Ahora con menos horas de trabajo por persona, hay más empleo en la economía!”
Obviamente, no funciona así.
¿Quién lo paga?
En primer lugar, porque suponiendo que a los empleados se les sigue pagando el mismo salario, entonces ahora por las mismas 120 horas de trabajo, el gasto total de la compañía subió a $ 158.000 ($39.500 * 4). Es decir que el salario por hora de todos los trabajadores aumentó un 17%. ¿Quién va a pagar esta suba?
Por otro lado, porque la propuesta de la izquierda exige que el salario no solo no caiga, sino que sea igual al monto necesario para acceder a la Canasta Básica Familiar. Según cifras del INDEC este monto asciende a $ 67.577. O sea que ahora la empresa no solo tendrá 4 empleados que trabajan 6 horas por día cada uno, sino que deberá pagarles a cada uno $67.577, lo que genera un gasto total de 279.308, o un 128% de aumento.
Ahora imaginemos qué pasa si la empresa no puede incrementar ni siquiera un peso de su gasto salarial. En ese escenario, sólo podría contratar -con los nuevos salarios- a 1,7 empleados, por lo que va a tener que despedir al menos a uno y, en el peor de los casos, a dos.
La propuesta de la izquierda, entonces, conseguirá el objetivo inverso que se planteaba. No solo no habrá plata para pagarles a los nuevos empleados, sino que producto del aumento legal del salario que proponen, aumentará el desempleo.
Solo la productividad aumenta el salario y reduce las horas
Una última cuestión que debe mencionarse es que, paradójicamente, en los países más avanzados del planeta las horas de trabajo son menos que en los países más atrasados.
Una recopilación de datos internacionales que puede consultarse en el sitio Our World in Data muestra que existe una correlación negativa entre la cantidad de horas anuales trabajadas y el PBI per cápita. Esto es que a mayor riqueza de un país, menos horas se trabaja.
Por otro lado, también podemos ver en este otro gráfico cómo a lo largo del tiempo, el aumento del PBI per cápita en el mismo país lleva a que se trabajen menos horas en ese mismo país. En el caso de Alemania, por ejemplo, el PBI per cápita aumentó de USD 4.600 a USD 47.556, mientras que en mismo período la cantidad de horas trabajadas cayó de 2.427 a 1.354 entre 1951 y el año 2017.
El secreto detrás de esta mejora es la productividad. En la medida que la productividad del trabajo mejora, se puede producir mayora cantidad en el mismo período de tiempo. Y ese es el proceso mediante el cual los países se hacen ricos. En la medida que cada trabajador aumenta su productividad -y los avances tecnológicos, al contrario de lo que dice Del Caño, contribuyen a aumentar la productividad-, cada vez nos hacemos más ricos, y esa riqueza nos permite comprar más bienes y servicios, entre ellos, el tiempo de ocio.
Para ir cerrando, si queremos que aumenten los salarios y caigan las horas que tenemos que trabajar para ganarlos, se necesita que aumente la productividad del trabajo.
Y esto no se logra con leyes que distribuyen las horas de trabajo, sino con una mejor tecnología, una mejor eficiencia productiva y mayores niveles de inversión e innovación. Es decir, con todo aquello que nos ha brindado el capitalismo y con nada que haya resultado de leyes avanzadas por los partidos de izquierda.