La apuesta que Mises les ganó a Keynes y a Friedman

Iván Carrino / Miércoles 27 de agosto de 2014 / Dejá un Comentario

Mediados de los ’60. El inglés John Maynard Keynes viaja a Estados Unidos y se junta a tomar una cerveza con dos viejos amigos; Ludwig von Mises y Milton Friedman. La charla es sobre el sistema monetario y el patrón oro en Estados Unidos y el mundo.

Mises: ¡Se los digo de una vez, Estados Unidos tiene que volver al patrón oro con una paridad de 70 dólares la onza!

Keynes: No digas pavadas Ludwig, el oro es una reliquia bárbara.

Friedman: Por mucho que esté en desacuerdo con John, lo cierto es que eso del oro no va más. Lo ideal sería que los tipos de cambio fluctúen entre sí libremente. Eso es lo verdaderamente compatible con el libre mercado.

Keynes: ¡Falso! Bretton Woods es el mejor sistema. Estados Unidos se compromete a mantener la paridad en 35 dólares la onza de oro y todos fijamos nuestro tipo de cambio en función del dólar. Es genial, mezclamos la disciplina del patrón oro con cierta flexibilidad y autonomía para los gobiernos.

Mises: Todo bien John, pero el problema es que ese precio del oro es ridículo porque el gobierno no para de imprimir dólares. El precio del oro debe ser mucho más alto.

Keynes: Eso que decís es lo ridículo Ludwig. Es el dólar el que hace que el oro tenga valor. Si se desligara el dólar del oro, por ejemplo, este último valdría solo 6 dólares la onza.

Friedman: ¡Coincido con John! De hecho te apuesto a que, si en algún momento el dólar deja de estar atado al oro, el oro en dólares se desploma.

Keynes: ¡Hecho!

Mises: ¡Hecho! ¿Apostamos una onza de oro?

Unos años después:

oro en dólares

En agosto de 1971 el presidente Nixon abandonó definitivamente el Patrón Oro en los Estados Unidos. Ya en ese momento, en el mercado libre el oro se transaba a 42 dólares y no a 35 como establecía la paridad oficial. Un año después, el oro costaba 66,9 dólares (un 57% más que el mismo mes del año anterior, y un 91% más que el tipo de cambio fijado previamente de 35 dólares la onza). Para 1974, el precio del oro en dólares se había cuadruplicado.

En honor a la verdad, la apuesta nunca ocurrió. Pero, según cuenta Rothbard, sí pasó algo parecido:

Los únicos otros críticos de Bretton Woods, fueron los economistas del establishment que estaban creciendo en importancia, los monetaristas de Friedman. Mientras que los monetaristas también advirtieron las crisis monetarias que entrañaba el tipo fijo en un mundo de diversos grados de inflación de la moneda, eran incluso más despectivos del oro que sus rivales, los keynesianos. Ambos grupos estaban comprometidos con un dinero fiat, pero mientras que los keynesianos querían un patrón dólar envuelto en una hoja de parra de oro, los monetaristas querían descartar tal camuflaje, abandonar cualquier dinero internacional y, simplemente, tener dineros de papel nacionales fluctuando libremente entre sí. En resumen, los friedmanitas estaban decididos a abandonar todas las virtudes de un dinero internacional y volver al trueque internacional.

Keynesianos y friedmanitas sostenían igualmente que los “gold bugs” eran dinosaurios. Mientras que Mises y sus seguidores sostenían que el oro estaba dando respaldo al papel moneda, tanto el ala keynesiana como la friedmanita del establishment económico argumentaban exactamente lo contrario: que era el sólido y sano dólar el que daba valor al oro. El oro, ambos grupos afirmaban, ahora no tenía valor como metal monetario. Córtese la conexión entre el dólar y el oro, dijeron a coro, y se verá que el oro caerá a su valor no monetario, estimado entonces en aproximadamente 6 dólares la onza.

No puede haber ningún experimento de laboratorio genuino en los asuntos humanos, pero estuvimos muy cerca de estar frente a uno en 1968 y, más específicamente, en 1971. Allí estaban dos firmes y opuestos conjuntos de predicciones: los misianos, que afirmaban que si el dólar y el oro se desligaban, el precio del oro denominado en dólares cada vez más abundantes se movería hacia arriba; y el establishment económico, de Friedman a Samuelson, e incluso incluyendo a ex-misianos como Fritz Machlup, que sostenían que el precio del oro podría, si se liberara de su atadura con el dólar, caer en picado desde 35 a 6 dólares la onza.

La historia completa y más, en este link.

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