Estrangulados, prólogo de Agustín Etchebarne

Iván Carrino / Domingo 5 de junio de 2016 / Dejá un Comentario

La vida sobre la tierra siempre implica un cambio permanente, pero hay épocas en las que la historia parece acelerarse. El libro de Iván Carrino llega en un momento donde Latinoamérica observa el estrepitoso e inevitable derrumbe del populismo. Un momento que puede ser clave para revisar las ideas que nos llevaron a reiteradas crisis desde hace más de 80 años.

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Luego de la caída del muro de Berlín muchos creyeron que las ideas del socialismo habían sido enterradas para siempre. A la impugnación académica se había sumado la irrefutable contrastación con la realidad. La Unión Soviética había colapsado bajo el peso de su propia ineficiencia, dejando a la vista que aún los productivos, creativos, inteligentes y disciplinados alemanes estaban retrasados. Éstos tenían apenas un tercio de la riqueza per cápita de sus compatriotas que habían tenido la suerte de quedar del lado del muro occidental-capitalista.

Pero las ideas no mueren. Bastaron las crisis financieras de 2000-1 y 2008-9 para que el socialismo latinoamericano recuperara sus banderas y creara una nueva agenda, a la que llamó “Socialismo del siglo XXI” y que se instaló desde el Foro de San Paulo.

Si esas crisis fueron la excusa, lo que en realidad permitió el regreso del populismo socialista es que los gobiernos democráticos que supuestamente iban a implementar el consenso de Washington con políticas de libre mercado, por una mezcla de corrupción e ignorancia, en realidad hicieron la mitad de la tarea. Privatizaron las empresas del Estado, pero no liberaron los mercados, sino que muchas veces entregaron monopolios; no hicieron las reformas laborales y educativas necesarias, continuaron aumentando el gasto público, se endeudaron para seguir gastando y se retrasó el tipo de cambio, aumentando en consecuencia el déficit fiscal y el comercial, lo que a la postre resultó en una nueva crisis.

Lógicamente, la izquierda culpó al “neoliberalismo” y logró organizarse para alcanzar el poder en muchos países latinoamericanos. En su nueva versión populista, las ideas socialistas no podían sino terminar por destruir las economías de los países donde se fueron afirmando.

El año 2016 encuentra a Cuba abriendo sus puertas al presidente de los EE.UU., aplaudiendo el fin del bloqueo y con una imperiosa necesidad de cambio. Venezuela está en una crisis terminal con una dura caída de la economía, escasez de productos esenciales y la inflación más alta del mundo. En las últimas elecciones dos tercios de la población votó en contra del gobierno, aunque lamentablemente no eran presidenciales. En Brasil, el PBI se contrajo un 3,8% el año pasado y, la caída continúa al mismo ritmo en el año actual, mientras la inflación no cede y la presidente Dilma Rousseff  está al borde del impeachment. Argentina también se encuentra en estanflación, también tiene crisis energética y un nivel de corrupción galopante. El flamante presidente, sin embargo, genera expectativas de un cambio de rumbo de 180°.

En quince años, el populismo logró que el país con más reservas de petróleo del mundo tenga una dura crisis energética, y que el país que fuera el “granero del mundo” tenga una crisis en la lechería, el trigo y la ganadería.

América Latina estaba dividida en dos. De un lado, la Alianza del Pacífico, abierta hacia el libre comercio, con EE.UU. y Canadá, y ahora avanzando hacia un Acuerdo Transpacífico (TPP) con 12 países asiáticos, que terminará siendo la mayor área de libre comercio del mundo. Del otro lado, el Mercosur y las repúblicas bolivarianas, que se cierran sobre sí mismas con el viejo discurso anti-imperialista. Pero ese segundo sistema está colapsando, abriendo una oportunidad para que la región empiece una nueva etapa. Esta vez, parece que Argentina ha tomado la delantera con el cambio de gobierno.

En este contexto, es clave el papel de los intelectuales como Iván Carrino que, sin estridencias, explican los principales problemas que aquejan a las economías de nuestros países, con la esperanza de evitar reiterar los viejos errores. Este joven autor lo hace con una sencillez y una frescura envidiable que combina sentido del humor y, al mismo tiempo, no pierde el análisis riguroso y la contrastación con datos de la realidad y la sapiencia de numerosos autores que va citando a lo largo de las páginas.

El libro es ágil, estructurado a la manera de las novelas modernas con pasajes que intercalan eventos de la vida de un diputado con análisis de cada tema y ejemplos históricos, ilustrados con detalles que pueden incluir la leyenda de Robin Hood y el Sheriff de Notingham, alguna anécdota de los Simpsons o de Rocky (el personaje protagonizado por Silvester Stallone), o bien con un ejemplo sencillo construido para refutar categóricamente alguna idea falsa hondamente arraigada en nuestros legisladores y en sus votantes.

En la primera parte el autor encara el problema de las regulaciones analizando los motivos por los cuales son necesarias y descartando tanto los extremos como las frases hechas que, a fuerza de ser repetidas, la gente adopta sin pensarlas demasiado. Carrino utiliza la lógica y la razón para ir  separando lo correcto de lo incorrecto mediante ejemplos simples. A partir de la historia  de “Yo, el lápiz”, de Leonard Read, narra con sencillez la extrema complejidad de un mercado libre. Como dice  Sheldon Richman: un “mercado libre” no significa libre de la regulación sino libre de la interferencia del gobierno.

Acaba exponiendo los enormes costos de los excesos de decenas de miles de leyes y normas, la hiperinflación de regulaciones, que asfixian a los emprendedores, y para ello exhibe cálculos de estudios recientes como el de los profesores John Dawson y John Seater, o Sachs y Larraín, o los índices del Banco Mundial y de Think Tanks como Heritage Foundation, el Foro Económico Mundial o el Fraser Institute.

El autor pasa del exceso de regulaciones a la abrumadora carga impositiva. Al igual que los autores clásicos, Carrino se detiene a analizar el origen moral y ético del sistema impositivo, repasando filósofos y economistas como Ayn Rand o Murray Rothbard. Pero de inmediato vuelve a lo concreto y sostiene con Robert Murphy que existe una relación inversa entre crecimiento económico y la carga impositiva. Lo demuestra con cálculos de estudios más recientes como los de Padovano y Galli, Engen y Skinner o Young Lee y Roger Gordon.

Carrino sostiene que a mayores grados de libertad hay mayor crecimiento y menos pobreza. Analiza en particular el caso de los países nórdicos que suelen ser los ejemplos contrarios. Pero concluye, junto con Nima Sanandaji, que los países escandinavos no son una excepción. También allí, cuando el Estado y los impuestos eran menores, el crecimiento era mucho más rápido.

Para que  lectores argentinos tomen conciencia de lo patético de nuestro caso, Carrino trae aquí a Antonio Margariti, quien calcula en 96 el total de impuestos que afligen a los argentinos. Luego agrega diversos estudios que muestran cómo impactan sobre los diferentes ciudadanos extrayendo entre el 42% y el 62% de sus ingresos, para devolverles mala calidad en los servicios de seguridad, justicia, educación, salud e infraestructura.

Con una maestría digna de un novelista, el autor conmueve contando la historia de Mohamed Bouazizi, que se prendió fuego en las calles de Túnez dando comienzo a la Primavera Árabe. Y también la indignación con las acciones del gobierno de EE.UU. que a través de la Reserva Federal cuida las ganancias de los banqueros, dando inicio al movimiento Ocuppy Wall Street.

Pasa del análisis de la desigualdad, a las soluciones de Hernando de Soto y Enrique Ghersi. De Matt Groening, creador de los Simpsons, o el premio Nobel Mario Vargas Llosa, a analizar el estatismo de empresarios amigos o crony capitalism. También logra imaginar un debate sobre el libre comercio entre Alejandro Dolina y Adam Smith.

Las páginas vuelan mientras recorremos temas como los paraísos fiscales, la corrupción, la economía en negro, la inflación, los controles de precios, el control de cambios, los salarios mínimos, los subsidios, las energías renovables, y los controles a las tasas de interés.

Mientras tanto, el lector va conociendo a numerosos pensadores, economistas, sociólogos y filósofos. Desde clásicos como Adam Smith, David Ricardo, Herbert Spencer, Ludwig Von Mises, F. A. Von Hayek, Ayn Rand, Milton Friedman y Henry Hazlitt; a autores más modernos como Israel Kirzner, Murray Rothbard, Robert Murphy, Luigi Zingales, Steven Hanke, Nicholas Krus, Sheldom Richman, Randal Holcombe, Jorge Sorabilla, Susan E. Dudley, Jerry Brito, George Stiglitz, Michael Spence, Thomas Piketty, Gabriel Zucman, Dan Mitchel, Robert Shiller, Rajeev Goel y Michael Nelson.

Carrino también nos permite meternos en su conflictiva relación con Argentina, la larga decadencia en que nos metimos por inventarnos problemas en un país que no tiene conflictos raciales, ni de religión y que tiene inmensos recursos naturales.

Su desilusión llegó al punto de creer que no había salida. Hasta que en algún momento empezó a reconciliarse con nuestra gente cuando se preguntó: “¿cómo es posible que, en un país cuya única salida viable es Ezeiza, todavía haya gente con ganas de emprender?”

Así, abre un capítulo donde nos cuenta su admiración y pasión por los emprendedores, y nos presenta a Federico Tessore, de Inversor Global, a Santiago Bilinkis, que con Andy Freire fundó la empresa OfficeNet y a Gustavo Lázzari, que le pidió que “a mí no me pongas como caso de éxito. Yo soy un sobreviviente”.

Muy cerca de ellos encontraremos a Mark Zuckerberg, Eduardo Saverin, Dustin Moskovitz y Sean Parker, de Facebook, al fundador de Whatsapp, Jan Koum, el fundador de Twitter, Jack Dorsey, los creadores de Uber, Garret Camp y Travis Kalanick y los fundadores de Airbnb, Brian Chesky y Joe Gebbia. Todos ocupan puestos de privilegio en la lista de Forbes, junto a los más viejos, como Amancio Ortega de Zara, Bill Gates de Microsoft, Warren Buffet de Berkshire Capital, Larry Elison de Oracle, y Larry Page de Google.

Carrino nos propondrá finalmente que es preferible Menos estado, más Libertad.

Con sus escasos 30 años, y siendo éste su segundo libro, Iván Carrino ya ha encontrado un lugar entre los intelectuales ineludibles que elevan el nivel de debate en Argentina, cuestionando mitos e ideas falsas y manteniendo en alto la defensa de las ideas de la libertad.

Agustín Etchebarne

Economista

Director General de Libertad y Progreso

Buenos Aires, 29 de marzo de 2016

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Podés saber más sobre “Estrangulados, cómo el estado asfixia tu economía”, viendo la presentación en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=wz-SYki0jH4

El libro se puede adquirir ingresando en este link o suscribiéndose a El Diario del Lunes.

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