Qué son las acciones y por qué tenés que saberlo

Iván Carrino / Sábado 20 de febrero de 2016 / Dejá un Comentario

Eduardo Constantini es, probablemente, uno de los empresarios más destacados de la Argentina. Economista egresado de la Universidad Católica, fundó su propia compañía de administración de fondos de inversión a principios de los años 90, luego de diez años de experiencia como agente de bolsa en Buenos Aires, donde aprendió todo sobre el  mundo de las acciones.

Esta empresa, Consultatio, ganó rápida notoriedad por estar orientada fuertemente al sector de los bienes raíces, y principalmente por el desarrollo del acomodado barrio tigrense de Nordelta.

Y Consultatio dio mucho que hablar la semana pasada en el ambiente financiero porteño, ya que sus acciones se movieron de una manera un tanto alocada. El primero de febrero cayeron un 8,4%. Al día siguiente, treparon un 5,1% pero volvieron a caer 5,2% el miércoles. Toda esta volatilidad, además, fue de la mano con un elevado volumen de operaciones. Es decir que las compras y las ventas superaron, en cantidad, largamente las de días anteriores.

Sé que todo esto puede resultar un poco enredado para quien está recién interesándose en el mundo de las inversiones.

Así que más allá del caso particular de Consultatio –que analistas expertos de Inversor Global consideraron que se debía a una estrategia del propio Constantini para que su empresa comience a cotizar en la bolsa de los Estados Unidos- me parece importante aprovechar esta ocasión para explicarte qué es una acción y por qué necesitás saberlo para incrementar tu capital.

Acciones: muuuucho más simple de lo que parece…

Habrás notado que una buena manera de generar ingresos es establecer un negocio que ofrezca productos o servicios que tengan valor para la gente. Allí el proceso es sencillo: el comercio produce o compra algo, luego lo vende y obtiene beneficios por ello (siempre que sus ingresos sean superiores a sus costos).

Esto aplica para todos los tamaños y magnitudes comerciales. Aplica para un kiosco, pero también para megaempresas como Toyota o Microsoft.

Ahora es claro que para todo esto se debe volcar mucho esfuerzo e inventiva y, fundamentalmente, se debe tener espíritu emprendedor, algo que no tiene todo el mundo.

Sin embargo, existe una forma en la que una persona puede beneficiarse como si fuera el dueño de una de estos negocios que mencionábamos: la compra de acciones.

En general, cuando las empresas desean obtener financiamiento para llevar adelante proyectos pueden endeudarse acudiendo al banco y solicitando un préstamo. Sin embargo, esta no es la única forma. Otra de las maneras en que una empresa puede conseguir fondos frescos es ofrecer, a cambio de éstos, una participación en la propiedad de la misma. En este proceso, los dueños de la organización venden una parte de esta, dándoles a los compradores la posibilidad de disfrutar de los beneficios que el emprendimiento se proponga generar en el futuro.

En este sentido, el dueño de una acción no es más que el dueño de una pequeña (o gran) porción de una empresa, porque una acción no es otra cosa que un trozo de la propiedad de una compañía. Por lo tanto, tiene, en principio, voz y voto en las decisiones de la misma, pero, lo más importante, puede beneficiarse si al negocio le va bien.

En este sentido, hay dos caminos: la repartición de dividendos y las llamadas “ganancias de capital”.

En el primer caso, la repartición de dividendos, el accionista se beneficia porque, cuando la empresa genera resultados positivos (es decir, cuando sus ingresos superan a sus costos), entonces distribuye entre los propietarios – los accionistas- la parte que a cada uno corresponde en función de su tenencia accionaria. Si 10 personas tienen una acción cada una de una empresa que generó genera $ 1.000.000 de ganancia, entonces se podrán distribuir hasta $ 100.000 a cada accionista, sin perder propiedad sobre la compañía.

En el segundo caso, el tenedor de una acción puede beneficiarse simplemente por el cambio en la cotización de esa misma acción. Es decir, como las acciones pueden venderse en el mercado (comúnmente llamados “bolsa de valores”), cada participación tiene un precio.

Y estos precios derivan, fundamentalmente, de las expectativas de ganancias futuras que tengan. Así, si una acción promete ser un éxito de ventas, probablemente generará mayor interés, por lo que tendrá más demanda y su precio subirá. Por otro lado, si se percibe que la empresa deberá enfrentar problemas financieros, entonces los tenedores se apresurarán por venderla, y su precio caerá.

Ahora las ganancias de capital aparecen cuando el inversor adquiere una acción a un precio y, al pasar un tiempo, la vende obteniendo una ganancia por ello.

Publicado originalmente en Creando Riqueza.

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