La crisis fiscal no se arregla subiendo impuestos

Iván Carrino / Martes 14 de noviembre de 2017 / Dejá un Comentario

Recaudar más no alcanza y destruye al sector productivo.

“Si bien los déficits son siempre inflacionarios y perniciosos, resolverlos subiendo los impuestos es equivalente a curar una enfermedad disparándole al paciente”

Murray N. Rothbard

La semana pasada fui invitado a un debate televisivo. La idea era conversar acerca de las últimas reformas anunciadas por el gobierno y qué impacto podrían tener sobre la economía.

Una de mis contertulias era una legisladora del partido kirchnerista “Unidad Porteña”, quien mencionaba su profunda preocupación por el aumento del endeudamiento del gobierno nacional.

El primer dato curioso es que el kirchnerismo se preocupe por la deuda cuando llevó las cuentas públicas al colapso. Debemos recordar que la deuda es hija del déficit fiscal y que, como en una familia, si no se gasta más de lo que se ingresa, no hay necesidad de endeudarse.

Criticar el endeudamiento pero aplaudir el gasto público desmedido constituye, entonces, una flagrante contradicción.

Con esto en mente, decidí preguntar a la legisladora cuál era su propuesta para resolver el asunto.

Luego de ir y venir, enunciar varios eslóganes e insistir en el diagnóstico pero evadir repetidamente la solución, esbozó algo concreto:

“Hay déficit fiscal porque no se le ponen retenciones a las exportaciones de soja ni impuestos a los grandes grupos concentrados de poder”

Un nuevo dato curioso: si bien la soja pagaba un impuesto de 35% a la exportación, no es cierto que ahora no lo pague. Sigue tributando un 30%.

Impuestos “a los ricos”

Yendo a la propuesta concreta, la solución parece sencilla. Si hay un agujero fiscal que exige que nos endeudemos, pero no nos gusta la deuda, entonces la respuesta es que debemos cobrar más impuestos.

Pero atención: no a todos.

Siempre que un político proponga subir impuestos para equilibrar el déficit, sostendrá que éstos se cobrarán “a los ricos”, a los “grupos concentrados”, las “grandes corporaciones”, o a las “malvadas empresas mineras” que contaminan el medio ambiente… Nunca a ningún dirigente se le ocurrirá decir que los excesos de su gasto los pagará toda la población con mayor presión fiscal.

Sin embargo, eso es lo que termina ocurriendo.

Es que mirando los números, queda claro que no hay mucho más que se le pueda sacar al sector privado para pagar el despilfarro público.

Por ejemplo, si el gobierno no solo restituyese ese 5% de impuestos que le redujo a las exportaciones de soja, sino que restableciera todas las llamadas “retenciones a la exportación” vigentes en Argentina previas a diciembre de 2015, sucedería lo siguiente:

—-> La soja, en lugar de tributar 30% pagaría retenciones de 35%, y el fisco obtendría USD 865 millones adicionales, o $AR 15.200 millones.

—-> Si a la minería se le volviera a cobrar el 10% de retenciones que debía tributar antes de la reducción, entonces el gobierno podría recaudar USD 204 millones (o $AR 3.600 millones).

—-> En el caso del trigo y el maíz, si se repusieran las retenciones de 23% y 20% que estaban obligados a pagar antes de Macri, deberían entregar USD 1.350 millones, o $AR 23.800.

—-> Por último, se obtendrían otros USD 276 millones, o casi $AR 5.000 millones, por el 5% que se le cobraba a las exportaciones industriales.

Sumando todos estos conceptos, llegaríamos a un monto total de recaudación adicional de $AR 47.400 millones (USD 2.700 millones).

Este monto puede parecer sideral, y a más de un político se le debe hacer agua la boca de solo imaginarlo. Sin embargo, es nada cuando se lo compara contra el déficit fiscal proyectado para el año 2017.

De acuerdo al presupuesto, el déficit fiscal será de 6,2% del PBI, lo que totaliza unos $AR 637.400 millones (USD 36.200). O sea, reinstalando todas las retenciones a la exportación, a lo sumo estaríamos recaudando el 7,4% del déficit total estimado para este año.

Es decir, la nada misma.

Más impuestos, menos crecimiento

Esto no es todo. Es que los números anteriores han sido calculados en base al valor en dólares de lo exportado en el año 2016, suponiendo que éstos no se modifican este año.

Pero si efectivamente se reinstalaran los impuestos a la exportación: ¿qué nos hace pensar que ese valor se mantendría? Por el contrario, lo más razonable es suponer que a una mayor carga tributaria, menores serán las exportaciones.

Así como el gobierno nos cobra impuestos sobre el alcohol y los cigarrillos para desincentivar su consumo y producción, el mismo efecto ocurre cuando se gravan las exportaciones. Estas no suben ni se mantienen, sino que caen.

Es decir que el gobierno puede subir la alícuota de los impuestos, cobrar impuestos nuevos o reinstalar los previamente existentes, pero nada de eso garantiza que recaudará más.

De hecho, como prescribe la famosa “Curva de Laffer”, al caer la producción podría terminar recadando menos. El 5% de USD 1 millón son USD 50.000, pero el 100% de 0 es inevitablemente 0.

Así, siguiendo las recetas populistas, terminaríamos en el peor de todos los mundos posibles. El gobierno mantiene el déficit, la presión tributaria legal es mayor, las empresas producen menos, y la gente vive peor.

Un nuevo éxito de las políticas demagogas.

Publicado originalmente en PanAm Post.

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